Sí, sé que está soso, mucho, pero me he tenido que exprimir la cabeza. Intentaré que el próximo esté mejor y sobretodo espero que os guste cómo está yendo.
Gracias por leer!
-No tiene gracia –Fue lo único que balbuceé suavemente cuando el silencio reinó en la habitación.
James tenía los ojos fijos en mí, al igual que Tom, y ambos compartían la misma pesadumbre tristeza que, a pesar de mis pensamientos contradictorios, me afirmaban que aquellas palabras eran verdad. Debbie, al igual que su pequeña Carrie, tenían la mirada perdida en algún lugar, con solamente el ruido del ronroneo de Marvin por las habitaciones de al lado en los oído. Y Harry… sus ojos estaban bañados de lágrimas, brillantes, resbalantes y rotos, al igual que lo estaba en aquel momento mi corazón.
Nadie se atrevió a contestarme.
-He dicho que no la tiene –Volví a repetir más fuerte, mirándoles con una profunda rabia. Rabia de la realidad, de la verdad.
-Evelyn, nos… -Intentó hablar tranquilamente Debbie, pero el gimoteo afloraba en su voz.
No la dejé hablar. Salí con gran velocidad de las mantas, me escurrí de los brazos de Harry que intentaron cogerme y salí como una bala de rápida fuera de la habitación. Recorrí el pasillo de la casa Fletcher, el cual me pareció más largo y lóbrego que nunca. Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas cómo presas de mi agonía, y antes de que me diera cuenta, estaba abriendo la puerta de la casa.
Estaba anocheciendo. El sol se había puesto a lo lejos, entre las casas blancas que adornaban aquella manzana de Harrow. Harrow, el pueblo que tanto odiaba sin conocer al principio y que tanto amaba en aquel momento.
Me percaté que mis pies estaban descalzos cuando comencé a correr por el húmedo césped. En aquel momento, oí cómo la puerta de la entrada volvía abrirse. No me paré a girarme. Corrí hasta el coche de James y me escondí en la parte del maletero. Dejé caer mi cuerpo sobre el metal, haciendo que me quedara arrodillada y hundí mi rostro sobre mis piernas. Aquello debía ser un mal sueño, debía de ser una pesadilla demasiado real. Lo sabía. A mi aquello no me podía pasar, jamás me lo habría imaginado. ¿Tumor en la cabeza? ¿Por qué? No tenía sentido.
-Harry… -Adiviné con un sollozo cuando noté su colonia cerca de mi.
-Y Tom –Añadió otra voz cerca del aroma. Noté el exceso de gente que sentí, con tan solo dos personas a mi lado. Una parte de mi seguía sin creerse sus palabras -. Evelyn…
-¿Por qué a mi? –Justo en aquel momento levanté mi rostro para verle. Claramente sus ojos café estaban húmedos, y un rastro de las lágrimas caídas se veía en sus mejillas -. Quiero… quiero decir que sé que en ocasiones no son la mejor persona, cometo mis errores e imprudencias, pero… no son lo bastantes grandes como para esto.
En aquel momento, Harry se sentó con las rodillas cruzadas a mi lado y me estiró hacía su pecho. Noté sus brazos, protectores y fuertes rodear mi espalda, con tanta fuerza como si tuviera miedo de perderme de segundo a otro. Respondí a su abrazo y mueca de afectó y, débilmente y por el contrario que él, entrelacé mis dedos al final de su espalda.
-Resulta difícil de creer… -Susurré contra su pecho. Notaba como se convulsionaba una y otra vez, cómo intentaba encerrar el llanto que había dentro -. ¿Cuánto tiempo… cuánto tiempo me queda?
Un nuevo silencio se formó. El cantar de los pájaros comenzaba a apagarse conforme la noche caían, el aire soplaba con mayor melancolía para mis oídos que nunca y parecía que el dolor ya habitaba en mi propio oxígeno.
-No hay una fecha… concreta –Titubeó Tom. Levanté la mirada para verle, y la encontré clavada en mí, tremendamente dolorosa -. Nadie puede acertar cuando…
-Está bien –Le corté. Sabía que contarme aquello le estaba doliendo, al igual que lo hacía en Harry, quien se negaba a soltarme. Me giré y le deposité un beso en los labios. Aún me costaba creer que todo aquello fuera… real.
Me levanté del frío suelo, más calmada, más tranquila. Me sentía segura al lado de mi hermanastro y de… ¿mi novio?
Me giré para verle. Él aún posaba sus ojos azules en mí, cómo si al separarlos me separara de él. Quería preguntarle sobre aquello, pero a pesar de la mucha confianza que poseíamos ambos con Tom, las palabras se habían enredado en mi garganta. Le abracé tiernamente y me volví hacía Tom, quién, sin aviso, extendió sus brazos para recibirme. Así lo hice, y una vez más, sentí cómo si realmente fuera un hermano para mí.
-Muchas gracias por… todo. Desde el principio. Desde el día en que apareciste por la cocina gritando que dónde estaban tus patatas, desde el día en que te oí cantar All about you y me despertarte, desde el día en que me presentaste a todos y cada uno, sobre todo a Harry…
Una nueva punzada me hizo callarme. Me mordí el labio, sin querer preocupar, y seguí aferrada a mi hermanastro. Cualquier segundo era desesperante; deseaba estar con todos al mismo tiempo. Abrazada a Tom, a Harry, a James, Debbie, Brooke, Carrie… todo el mundo. Pero me faltaban brazos, y ¿quién sabía si tiempo también?
-Estaremos contigo hasta el final –Pronunció con un último hilo de voz Tom, y después, rompió a llorar.
Me impresionó sus llantos. Para mí, ver a un hombre llorar era admirable. Todos pretendían parecer duros, fuertes, superiores a los demás y las lágrimas eran señal de debilidad para ellos. Pero para mí, aquella lágrimas que Tom no estaba intentando esconder y que Harry derramaba en silencio, eran símbolo de cariño y amor. Algo muy inusual para mí.
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