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miércoles, 1 de agosto de 2012

109. Cómo una estrella fugaz, se fue.


Y finalmente ya sé que por que final optar... ¡Espero no haberme equivocado!





Unos murmullos de bullicio embriagaron mi mente antes de que mis ojos se abrieran. Oía voces, inaudibles, pues mi cabeza aún parecía estar en otro lugar, lejano. ¿Qué me había ocurrido?
        Sonreí al evocar lo primero. Harry había cortado con Jessica, y tal como sospechaba, por mí. Me había pedido ser su novia, me había besado, me había emocionado… y en aquel momento, me había, ¿desmayado?
        Abrí vehementemente los ojos, y me encontré con el lóbrego techo de mi habitación. Alcé un poco la cabeza; los murmullos habían cesado, y cuando mis ojos encontraron a mi padre al lado de la puerta, algo en mi interior se agitó, con miedo. Su mirada la conocía; era aquella que ponía cuando estaba preocupado, estresado y con miedo. A su lado, un señor de cabello canoso, casi calvo y gafas de culo de vaso había girado la cabeza para mirarme. Tenía un maletín colgando de su mano, llena de pulseras de plástico rojas, blancas, azules, que le cubrían casi el antebrazo. 
        Pero mis ojos no tardaron en fijarse en la persona más próxima a mí. Harry se mantenía a mi lado, sentado en la cama, y me miraba como si la vida se le fuera en ello. Sonreí, feliz, despreocupándome de aquel desconocido y de la mirada de mi madre, y con una voz más débil de lo que pensaba, dije:
        -Hola… Harry.
        -Hola Eve –Pronunció con una voz temblorosa, y antes de que lograra volverme a preocupar, se lanzó hacía mi y me abrazó con fuerza.
        Correspondí a su abrazo, aturdida. Me sentía mareada, el cuarto entero daba vueltas y la poca luz que se colaba por la ventana y la lamparita de noche parecía parpadear ante mis ojos. Levanté la vista hacía James, donde se despidió con un apretón de manos del señor y volvió a mirarme, de la misma forma. Intenté advertir una mueca de desconfianza, reproche en su mirada al ser presente de la reacción de Harry, pero pareció ignorarlo.
        -Oh, mi pequeña –Dijo, acercándose. Harry se separó de mí al oír sus pasos, pero buscó mi mano por debajo de las sábanas y me la aferró con fuerza. Le miré agradecida, con mariposas revoloteando en mi estómago.
        -Papá, deja de mirarme así –Dije sonriendo, aceptándolo al otro lado de la cama. Noté sus ojos llorosos, el miedo en ellos, y mi sonrisa desapareció. Algo iba mal –Ha sido… un simple desmayo, tran..quilo.
        -¡Evelyn! –Oí un grito en el umbral de la puerta, y en aquel momento, Carrie se acercó a grandes zancadas seguida por su hermano. Debbie se desplazó más lentamente, pero rápida como sus hijos se mantuvo de pie, al lado de James. Carrie se mantuvo lejos, sobre la cómoda, como si tuviera miedo y Tom permaneció junto a Harry.
        -No es para tanto –Fue lo único que logré balbucear para romper el silencio. La sangre parecía haber dejado de circular por mis músculos, durmiéndolos, dejándome incapacitada e inmóvil.
        -Ca…cariño –Siseó Debbie. La miré preocupada, y noté también sus ojos cristalizados. Un nudo en la garganta se me formó impidiéndome hablar –Ese señor de ahí… era médico.
        -¿Médico? –Solté una rápida carcajada desconfiada -. ¿Tengo fiebre, jaqueca…? –Pregunté, dirigiendo mis ojos a mi hermanastro y a Harry.
        Tom me observaba desde arriba, con la luz de la lamparita iluminando sus ojos café, brillantes, contrastando con la luz de la noche que empezaba a colarse en la habitación. Busqué su hoyuelo, su alegre y feliz hoyuelo pero este parecía no haber existido nunca. Su cabello estaba algo revuelto, y sus pintas y mirada me confirmaron más aún que algo iba mal.
        Y Harry… parecía haber llorado, pero no podría confirmarlo. Había rastro del desliz de las gotas, pero estas se borraban a mitad camino, como si las hubiera detenido. Su cresta castaña era en aquel momento un cabello alborotado, con un mechón de pelo a cada lado, descontrolado. Se mantenía boquiabierto, penetrándome con sus ojos, como si algo de mí le preocupara.
        Y para mayor preocupación mía, vi su rostro acercarse al mío. Noté sus labios sobre los míos, oí la exclamación de sorpresa de la pequeña Carrie e incluso, con mis ojos ya cerrados, noté la convulsión de la parte de donde venía James. Mis brazos temblaron, pero no rechacé el beso. Era tranquilo, controlado, no como los otros, pero noté el frenesí retenido en ellos, soportando la carga de controlarse al estar delante de mi familia.
        Por que ellos ya eran mi familia, y lo sentía, por fin. La pesadumbre de mis padres separados, una madre en España, un padre en Inglaterra, ya no era carga para mí. Samantha era feliz en el soleado país, me quería, nos veíamos y hablábamos. Y James igual. Mi relación, desde la mudanza de Cambridge a Harrow, había mejorado tan considerablemente que ya no existía esa pequeña parte de rencor por tener que sufrir su custodia, la idea de una novia, y la mudanza que me hizo hacer. Porque gracias a todo aquello, sentía a Tom como un hermano de sangre, a Carrie como una pequeña alegre, como mi hermanita, de quién en noches de insomnio venía a pedirme que le contara anécdotas o que le prestara CDs españoles. Y a Debbie como una madre, sin superar a Samantha, pero casi como una madre. Parecía quererme como a una hija, me respetaba como nunca lo había hecho Sam y podía contar con ella con total confianza. Y sin descartar al pequeño Marvin, que lograba despertarme en noches de pesadillas con sus maullidos preocupados, al lado de mi cama, cuando lograba escabullirse de la habitación de Tom.
        Y ahora estaba Harry, quién de una hora para otra lo quería como a nada de este mundo, me sentía despreciable por tener a alguien tan magnífico como él a mi lado, de poder disfrutar de sus besos, caricias y palabras.
        Porque por fin todo parecía feliz, todo parecía ser perfecto después de tanto sufrimiento.
        -Te ha… -Debbie se tapó la boca con la mano, disimulando un sollozo lleno de dolor, pero respirando profundamente y ya con lágrimas en los ojos, murmuró -. Cariño, te ha diagnosticado un tumor en la cabeza.
        Y todo mi mundo perfecto y sin estrenar ardió en llamas.

1 comentario:

  1. Oh Dios mío. Ya me huelo el final, ya lo huelo...
    Ay Dios, pero si todo empezaba a ir bien, animalet de Deu.
    Jopetis, pobre.
    Pero aun así me sigue encantando tu fic :D
    Que pena que se esté acabando.
    Sube prontete! Besiiiis.

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