Mis
pasos se detuvieron cuando dejé de oír las voces de mis amigos y no tan amigos.
Me paré en mitad de el pasillo, con el gimoteo provocándome un nudo en la
garganta, oliendo el olor de tomate sobre mí y sintiéndome más desgraciada que
nunca.
Pero tan pronto cuando empecé a dejar
salir a mi llanto, unos pasos rápidos se acercaron por detrás. Rabiosa,
imaginándome de quién se trataba, volví a echar a correr. Pero una mano me
aferró del brazo. Noté su tacto, diferente al que yo me esperaba; más suave,
más blanda, y me detuve sin forcejeos.
-Déjame sola –Fue lo único que logré
balbucear antes de que notara como me daba media vuelta y me hundía en su
pecho. Respiré profundamente, inhalando el dulce olor de su perfume por el cual
no supe diferenciar de quién se trataba.
-No, Eve –Dijo la ronca voz -. Ya se
acabó, Jessica no te volverá a molestar.
Levanté
un poco la cabeza, lo suficiente para que mis ojos llorosos estuvieran a la
altura de su garganta. Una cabeza más alta que yo, con pecas ilustradas en la
nariz y cubiertas por toda la cara me mirara desde arriba, con sus ojos azules
observándome; tan azules que me recordaron a los de Harry, exceptuando que los
de Danny, en aquel caso, lograron ser más claros.
-No se que ha ocurrido… no sé que he
hecho, no sé que le habrá dicho Harry, Danny, pero sé que al ser su novia y yo
su… amiga –Pronuncié con un intenso dolor en el pecho – no parará hasta verme
completamente destrozada.
-Harry simplemente ha roto con ella,
ahora –Pronunció Danny con eficacia. Ennudecí, ignorando la credulidad del tema
-. Ella sabe todo lo que pasó en el pasado contigo y Harry, sabe lo peligrosa
que eras cuando regresaste y por su puesto sabía el interés que aún tenía su
novio contigo.
-¿Interés?
-Lo extraño es que no te diste cuenta,
Evelyn –Me separó de su pecho, sujetándome con suma delicadeza por los hombros
y mirándome, embozando una sonrisa -. Todos sospechamos de que aún sintiera
algo por ti. ¿Qué amigo siempre habla de su amiga, siempre se detiene cuando
observa rosas azules, o tulipanes? ¿Qué amigo siempre parece desesperarse
cuando, por alguna razón, estamos hablando de ti y no le decimos de qué?
-Pero… -Mi voz se quebró. Mi pecho
parecía haberse hundido en un pozo de abismo -. ¿Por qué… por qué ha roto con
ella, Danny?
-¿Por qué no se lo preguntas a él?
–Danny me soltó, y antes de que pudiera negarle con la cabeza, oí unos rápidos
pasos detrás de él. Las piernas comenzaron a temblarme y las manos empezaron a
sudarme.
-No te vayas, Dan… -Le pedí sin emitir
palabra, solamente moviendo los labios. Pero el pecoso simplemente me dedicó
una de sus grandes sonrisas, y se dio la vuelta guiñándome un ojo.
Justo en aquel momento, Harry apareció
por su lado. Me cogí de las manos, resbaladizas y sudadas, bajando la mirada
hasta el suelo. Esperé las palabras de Harry, esperé que se detuviera junto a
Danny, pero cuando creí que haría esto, mi cuerpo recibió un impetuoso placaje
de parte de él, aferrándome por la espalda con fuerza, como si pretendiera que
no me fuera.
Me estaba abrazando como nunca. Sentí el
rubor en mi piel; sabía que estaría manchándole, con tomate. Sabía que olía a
pasta recién hecha, pero el pareció ignorarlo. Por encima del hombro de Harry,
vi como Danny se despedía de mí agitando una mano con felicidad.
-Lo siento muchísimo –Oí decir al
batería, susurrándome al oído. Noté sus fuertes manos apartando mi cabello de
la cara, noté su mejilla y nariz apoyarse sobre el lado derecho de mi cabeza, y
el corazón se me paró -. Yo.. te juro que pretendía que esto no fuera así. Simplemente
quería que esto acabase, que ella me dejara en paz.
-Estoy cubierta de espaguetis –Susurré
contra su hombro. Respiré profundamente el aroma de su colonia y dejé que el
corazón se me derritiera con él -. Huelo a tomate y mi cabello deberá parecer rastras
blancas.
-Me gustan los espaguetis con tomate y
carne picada –Balbuceó acariciando con suavidad mi espalda. Dejé que manoseara,
que me trasmitiera su confianza -. ¿Te ha contado Holly o Danny lo que ha…?
–Dejó en suspense la frase.
-No lo sé –Dije dubitativa. Noté como el
batería me apartaba suavemente de su torso, colocándome en ángulo perfecto para
que sus ojos azules como el mar me fulminaran con un suave resplandor -. Puede
que si… o puede que no –Dije con voz débil -. ¿De qué ha.. blas tú?
Una torcida sonrisa se iluminó en sus
labios. Me quedé embobada, contemplándolos. ¿Debía dejarme llevar en aquel
momento? Se supone que él ya no está con Jessica, de modo qué, ¿por qué no?
Una mano rozó mi mentón, y con un suave
movimiento acercó mi rostro hacía el suyo. Comencé a notar su calurosa y
tranquila respiración en mi cara, su aire siendo mi aire, sus ojos más grandes
que nunca, más hermoso, más azules… Su nariz rozó la punta suavemente con la
mía, y el acercamiento se detuvo ahí, con mi corazón bombardeando con
violencia, mis pies amenazando con perder el equilibrio y con una punzada en la
cabeza que lograba disimular su dolor con el sentimiento de la situación.
-Jessica ya no es ningún obstáculo
–Susurró casi rozando mis labios. Me mordí el labio, sin poder resistir más la
tentación de besarle, sin objeciones, sin obstáculos… besarle libremente de una
vez por todas -. Te quiero a ti solo, Evel…
No pude resistirlo más. Le aferré con
fuerza del cuello, hundiendo mis dedos en su pequeña coletilla de pelo largo y
rompí las dichosas distancias. Mis labios se fusionaron contra los suyos,
reventando una bomba de amor en mi interior. Noté como se me estrujaba el
estómago, como las mariposas salían liberadas por fin, todas sin poder caber,
con un cosquilleo incómodo y frenético en la boca del estómago. Noté la
intensidad de su beso, sus manos sobre mi cintura, acercándome a él. Al igual
que yo, el desespero.
Su beso, o mejor dicho, mi beso se
intensificó hasta cierto punto en que ambos no pudimos resistir más la falta de
aire. Nos separamos simplemente varios milímetros, llenando nuestros pulmones
del aire que nos faltaba. Nuestros labios volvieron a encontrarse, hasta que la
alarma de la finalización de la comida sonó, provocándome que nuestros cuerpos se
separaran, sobresaltados.
-Yo… -Pronuncié, cogiendo sin
percatarme, la camisa cubierta de tomate -. Yo también te quiero, Harry.
Una sonrisa suave y linda volvió a
apoderarse de su rostro. Acarició mi cabello, quitándome los restos de
espaguetis que quedaban enredados.
Una
nueva punzada, más dolorosa de lo que había sentido antes, penetró en mi
cabeza. Fruncí el ceño, me tambaleé mareada. Noté como uno de los brazos de
Harry me sujetaba por el hombro, con fuerza, pero sonreí sin darle importancia.
-¿Qué te ocurre, Eve? –Me preguntó,
preocupado.
-Oh, nada. Debe de ser el cansancio, o
la emoción –Añadí sonriente.
-Quería preguntarte… algo –Frunció el
ceño, como asustado. Asentí, notando sus ojos, esta vez sin miedo, todavía con
las mariposas a flor de piel, pero resistí y mantuve la conexión visual -.
Puede que sea precipitado, obviamente, pero llevo esperando medio años para….
-¿Para qué, Harry? –Pregunté
desesperada,con una nueva punzada en la cabeza.
-¿Quieres… quieres ser mi novia?
–Preguntó muy rápidamente, como si temiera mi contestación. Sonreí, feliz,
exultando como nunca, y asentí energéticamente. La garganta se me había secado,
los pies parecían apunto de desmayarse, las piernas me temblaron de cierto modo
que me sentí rídicula.
Pero justo en el momento en que estuve
apunto de gritar mi sí, justo cuando noté como el cuerpo de Harry se
convulsionaba sorprendido y feliz, preparado para abrazarme e incluso besarme,
un nuevo pinchazo en la cabeza hizo fallar mis piernas. La vista se me nubló,
noté como mis párpados caían rendidos y sin fuerzas y me desmayé sin
conocimiento.
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