Me desespero al no ver comentarios. ¡Sé que llevo más de una semana fuera, pero es que ni en el viaje tuve ordenador! Pero Eva regresóoo, pero vuestros comentarios no. ¿Ya no leéis? D:
Jaja, era broma. Agradecería un comentario de un . si hace falta para saber que alguien me read me, o alguna opinión. Regresé sin mucha inspiración y perdí el hilo de la historia, pero estoy recuperándome.
¡Muchas gracias!
-¿Evelyn? Soy Anne Grint. Quiero hablar
contigo… ¿Está Harry ahí, no? –Dijo directamente mientras mis ojos brillaron de
miedo.
-¿Anne? –Desvié mi mirada hacía Harry, pero este
observaba el cielo estrellado con unos ojos húmedos que delataban su miedo y preocupación.
–Sí, está conmigo. ¿Ocurre algo?
-No, que va.
Solamente quería avisarte de que no te fiaras mucho de él. –Mi pecho se
hundió en un abismo de terror. –No sé que
estará sucediendo entre vosotros dos, pero tal vez te diga que te quiere mucho,
¡o tal vez te meta la lengua directamente! Pero sus palabras son hipócritas. Te
lo digo por experiencia de hoy mismo. –Me mordí el labio, resistiendo las
ganas de colgar. Quería dejar de oír más, pero descubrir aún. –Esta misma tarde he pasado una agradable tarde con él. –Balbuceó
con énfasis la palabra agradable. –Que
extraño. Decía que no sentía nada por ti, que te veía como un capricho
pasajero. ¿Tal vez ahora no te esté haciendo sentir lo mismo, verdad? Si
quieres, puedes preguntarle tú misma.
No
me molesté en contestar rápidamente. El batería había desviado sus ojos del
cielo y me miraba con lágrimas desbordantes. Su cara delataba que podía oír
perfectamente lo que decía la chica de la otra línea. Fui a preguntarle algo,
pero no salía nada.
Con una lágrima desbordándose por su suave mejilla,
negó con la cabeza mientras me susurraba sin emitir ningún sonido un <<Lo siento>>. Fue entonces
cuando aborrecí todos mis sentimientos hacía él.
Alcé las cejas intentando
parecer indiferente, a pesar de que aquellas mariposas que segundos atrás
habían estado correteando por mi estómago pedían salir a la superficie en forma
de agua a través de los ojos. Sonreí muy forzadamente, y mientras despegaba mis
ojos de él, contesté finalmente a mi más cercana enemiga de la otra línea.
-No, no me había dicho nada de sus sentimientos. Sé
perfectamente que no siente nada por mí, -Le miré furtivamente, llena de ira.
–solamente somos amigos, ¿o no conoces ese concepto? Ahora, si me disculpas,
tengo cosas mejores que hacer.
-Bueno, era un previo aviso. Ya sabrás que gente como
él no hay que fiarse. ¡Por cierto! Pregúntale cuando me volverá a llamar para
que vaya a su casa. –Noté la burla en su voz, pero con una fuerza demasiado
incontrolable apreté el botón de colgar.
Despegué lentamente el móvil de mi oreja. Con la
mirada clavada en el malecón, me guardé el móvil en mi pequeño bolsillo del
vestido. Oía a la perfección la respiración agitada de Harry, acompañada del
agua chocar contra la piedra.
Y entonces recordé el tacto
de sus labios sobre los míos, aquellos que me habían producido tantos
sentimientos. Recordé toda la molestia que se había tomado aquella molestia con
la cena, le busqué la lógica de porque había hecho entonces todo eso, pero no
la encontré.
Porque si realmente sintiera
algo por mí, no habría tenido que recurrir a la famosísima Anne Grint.
Con un movimiento leve, me
arrebaté su chaqueta de mis hombros y se la entregué a duras penas, fingiendo
una torva sonrisa. Harry frunció el ceño mientras se lamia los labios, herido
pero intentando parecer fuerte mientras alejaba su mirada de mí.
-Evelyn, lo siento mucho, pero la mitad de lo que te
ha contado lo ha exagerado o… -Musitó su convicción, pero escuchar su voz me
producía un dolor demasiado profundo en el espacio que se había formado en mi
corazón.
-¿Dónde está el hotel? –Murmuré. Al ver que no
aferraba su chaqueta, se la tiré por el aire, obligándola a cogerla. Me miró de
forma mohína, pero aparté mi mirada de él y comencé a caminar fuera de centro
de restaurantes.
-Eve, escúchame por favor. –Me paró por el hombro,
pero me solté vehementemente. –Sí, es cierto que he estado con Anne, pero entre
nosotros no…
-Harry, es tu vida. Yo no formo parte de ella.
–Titubeé con el llanto en mi garganta. Aún sin mirarle, volví a caminar. Esta
vez se mantuvo andando a mi lado, sin rendirse.
-De verdad que me importas, de verdad que siento algo
muy fuerte por mí. –Hice un gesto de asco. Mentiras
y más mentiras, pensé. –Pero Anne apareció hoy por mi casa. ¡No la llamé
yo! Y…
-Se que tienes tus necesidades. –Albergué con un tono
de voz más elevado mientras observaba los halos de luz de las farolas. -¡Lo
comprendo! ¿Por qué me tiene que molestar?
-¿Necesidades? –Imitó mi tono de voz. -¡No ha
sucedido nada con ella! Además, tu misma lo dices. ¿Por qué ahora te pones así?
Me negaste una vez, hoy de nuevo. Si estás celosa, no lo comprendo. Una persona
está celosa cuando…
-¿Celosa? –Carcajeé estruendosamente. –No confundas,
Harry Judd. Simplemente no me parece correcto que ahora, después de haberme
besado, me entere de lo que se supone que vas diciendo por ahí de lo que
sientes por mí y tal. ¡Por Dios! ¡Cuándo sientes algo tan fuerte por una
persona no te refugias en otra!
-Oh, de acuerdo. ¡No te lo creas! Nadie te obliga.
Además, si hubiera sucedido algo con Anne a ti ni te va ni te viene. ¡Y si
tanto te ha molestado mi beso, haberme apartado! Al fin y al cabo, tu juegas
con mis ilusiones, opino.
Fui a rechistar, llena de
cólera, pero me contuve. Le lancé una mirada de odio, quien me la respondió, y
seguí caminando. Me adelantó y le seguí, y por la velocidad de los nervios que
llevábamos no tardamos en llegar al hotel.
Era glamoroso y bien
decorado, tanto como el resto de la velada, pero mi enfado me hacía verlo todo
negativo. Susurró algo al encargado, quien le entregó unas llaves y recorrimos
en silencio los pasillos dorados del hotel.
Nuestra habitación era la
254. Era espaciosa, oscura y con un balcón con vistas a la lejana plaza con su
lago. Era preciosa la vista, pero aún así, me entristecía observarla. Nada
tendría que haber estado ocurriendo así.
El batería arrojó las llaves
a las camas y caminó a la punta de la habitación, sin voltearse ni a mirarme
con odio. Se encerró en lo que parecía en el baño, dejándome a mi en
la penumbra.
Entonces no resistí más y me
lágrimas salieron a flote. Me senté en la cama, tapándome mi rostro y llanto
mientras ahogaba mis sollozos en el silencio. Maldije a Harry, a Anne, a mí
misma, pero nada servía. Quería creer a Harry, pero mi mente se negaba rotundamente
mientras mi corazón suplicaba que lo olvidara todo.
Después de una larga espera
de lloros en silencio, el pestillo del baño rodó y la puerta se abrió. Me
limpié rápidamente los ojos húmedos, y disimulando me quité las manoletinas. La
habitación se mantenía sombría, iluminada solamente por las farolas de la calle
y por aquel precioso cielo estrellado. Pero todo tenía una vista más
melancólica desde aquel punto.
Creía que Harry iba a abandonar la habitación, salir,
acostarse o simplemente mirar a través del cristal del balcón cuando noté su
peso descansar sobre la cama, sentado a mi lado. No me giré para verle. No
quería interiormente, a pesar de que su mirada siempre me había hecho sentirme
mejor y más segura.
Cerré los ojos y recé
desesperadamente una disculpa, un roce o incluso otro beso. Tardó en llegar,
pero cuando dio señales de estar allí, fue su tacto de la mano lo que rozó mi
cintura suavemente, junto a la mirada que descansaba en mi.
Seguí sin girarme. Quería oír
sus disculpas, o que yo pidiera perdón; solamente su voz.
-Eve… -Titubeó con voz quebrada y dolida. –Yo… de
verdad que lo siento. –Con su otra mano libre, me aferró de la barbilla y me
giró la cabeza a la fuerza para que le observara. Sus ojos azules marinos
destallaban incluso más en plena noche, y desesperadamente volví a caer rendida
ante él. –No te pido que me creas, si no que me escuches. Te tengo demasiado
aprecio… -Dijo, doliéndome, pero se corrigió. –Te quiero demasiado como para
arriesgarme a perderte.
Fruncí el ceño para evitar las lágrimas. Asentí,
aceptando escucharles, mientras separaba nuestra conexión visual y apoyaba mi
cabeza sobre su hombro. Noté como este se apoyaba sobre mí, expulsando su aire
sobre mi cabello.
-Sí, es verdad que he estado la tarde con Anne. Pero
como amigos. Me intentó besar, lo consiguió, sí, -De nuevo mi corazón se hundió
un poco más. –pero rápidamente me aparté. No se ni porque está ocurriendo esto.
Es curioso; no somos pareja y parece,
pero comprendo el dolor de sentirse utilizada después de un beso. Sobre
lo que le dije, todo era porque quería parecer más fuerte. No me preguntes
porque, ¡ni siquiera yo lo sé! Pero la verdad es que te veo como una dosis que
necesito cada día. Verte, hablarte, que me mires…. Simplemente te necesito.
Siento el beso si te ha dolido o molestado, pero te lo repito: te necesito, y
cada día es más insoportable. No aguanto, quiero olvidarte, pero jamás
desapareces de mi mente… y hoy a sido un desenfreno. Realmente eres odiosa
cuando me confundes, pero es maravilloso. –Me acarició el pelo, mientras me
abrazaba con más fuerza. –Simplemente te necesito en mi día a día, aunque sea
verte.