El coche se detuvo en una
plaza bastante espaciosa. Un gran lago se extendía delante de esta, con un
embarcadero. Un cielo encapotado de nubes blancas se extendía arriba nuestra.
Ni sol ni lluvia. Un tiempo perfecto para mí.
Salí lentamente del coche, y
junto a Brooke, contemplamos con fascinación el lago. No sabía donde estábamos.
El viaje había sido, a decir verdad, un poco largo, pero había merecido la
pena. La plaza estaba adornada de mesas y mesas, con familias y parejas
disfrutando de la comida.
Me volví para ver a los
chicos. Estos no parecían sorprendidos por el lugar, como si ya lo hubieran
observado con detenimiento anteriormente. Les sonreí, y no tardó mi amiga en
unirse.
-¡Este sitio es…! –Intentó expresarse Brooke con un
brillo en los ojos, pero las palabras no le fluyeron.
-Precioso. –Susurré, mirando los restaurantes y
terrazas. -¿Por qué nos habéis traído aquí? –Los chicos fruncieron el ceño. –No
me malinterpretéis. ¡Este sitio me encanta! Pero, por lo que he deducido, no
está muy cerca de Londres. Todo, para una merienda-cena.
Aquella pregunta pareció
pillarles por sorpresa. Reí en mis adentros; les había pillado. Harry dedicó
una mirada de reojo a Danny, quien se la contestó. En un principio, Danny
inhaló aire para contestar, pero antes de que dijera nada, Harry se le
adelantó:
-Queríamos hacer especial esta ocasión. –Estaba
sereno, y sus ojos me inquietaban esta vez a mí. –Que disfrutarais,
simplemente. Os conocemos y sabemos que estas cosas os gustan, así que, ¿por
qué no llevaros? Resulta realmente cómodo haberos visto al salir del coche,
vuestra cara y alegría al ver el lago y el embarcadero. Solo por eso os hemos
llevado aquí.
Consiguió dejarme sin habla. Sonrió
pícaramente al notar su victoria. Dirigí una rápida mirada con Brooke, y al
unísono, titubeamos.
-Gracias. –Titubeamos al unísono Brooke y yo.
Silencia, un incomodísimo
silencio donde todos intercambiábamos miradas. Yo, al menos, intentaba evitar
la mía con la de Harry, a pesar de que mi instinto me pedía a grito mirarle y
volver a encontrar aquella mirada azul que tanto lo caracterizaba.
-Muy bien, ¿qué tal si nos dejamos de palabras
–Comentó Danny con un toque de ironía. –y nos vamos a tomar algo? Mi estómago
ya empieza a manifestarse.
Le reí la gracia, al igual
que Brooke quien parecía absorta en él, en todo lo que dijese o en como
actuase.
De camino al cercano bar que
se encontraba casi al lado del lago, Brooke, disimuladamente aunque en un
intento fallido, se fue separando poco a poco de mí y en un abrir y cerrar de
ojos logró situarse al lado de Danny. Tragué saliva. Estaba sola, con Harry no
muy lejos de donde me encontraba. Y tal como esperaba, este se fue acercando a
mí.
-Me parece que –Susurró la voz de Harry a mi oído.
–Brooke debería disimular un poco. Tal vez Danny no se de cuenta, pero los
demás sí. –Puse cara de confundida. –No te hagas la tonta; a tu amigita le
gusta Danny.
-¿Por qué dices eso? Ella es así. Danny y ella son
buenos amigos.
-Qué lástima. –Se encogió de hombros, frívolo.
–Sinceramente, Danny se ha venido hoy al interesarse de que Brooke venía, ¿no
te hace pensar?
Sonreí instantáneamente. Tal
vez aquello llegaba a algún camino.
-Lo deberán pensar y actuar ellos, ¿no? –Sonreí. Por
un momento, y sin saber por qué, me sentía realmente estúpida. Intenté
preguntar algo, dejar de sentirme así. -¿Hoy… hoy a que hora volveremos?
-¿Ya te aburres? –Me sonrió. De nuevo, mi corazón se
ablandió. –No lo sé. Danny dijo que se encargaba de eso, pero supongo que un
poco tarde. ¿Por qué lo preguntas?
-Por avisar a James. –Frunció el ceño, tal vez con
una pizca de celos. –Oh, es mi padre.
-Nunca le he visto. –Disimuló con un talante
humorístico. -¿Y tú madre? Jamás te he oído hablar de ella.
-Hará ya tiempo que no sé nada de ella. –Suspiré. Es
de España. Supongo que este verano regresaré, a no ser de que ella me pida que
vuelva antes.
-¿Y si te pidiera volver antes, y tu no quieres,
tendrías que hacerlo?
-No. Pero también la hecho de menos. A ella, a mi
padrastro, amigos… Siempre he vivido en España, tenlo en cuenta. Samantha es
buena chica.
-Pues –Balbuceó mientras entrábamos por la pequeña y
estrecha puerta del bar. – esperemos que Samantha no te pida volver. Y no me
malinterpretes. Nadie quiere que te vayas.
Le sonreí. Harry tenía esa
magia de lograr hacerme sentir bien. Sabía que incluso en la tormenta más
peligrosa y eléctrica, el lograría despejarla y hacerme ver el sol. Tenía ese
poder sobre mí.
…
Después de quizás una hora,
quizás dos o solamente media hora, Danny se encargó de pagar la cuenta de todos
y salimos de nuevo hacía a fuera. El aire frío del anochecer me golpeaba
gélidamente las piernas, erizándome la piel. Por ahora, podría soportarlo.
Las farolas que descansaban
cerca del malecón, dilatando toda la sutil luz por la pequeña plaza e incluso
reflejando estas propias en la relajada agua del lago.
Suspiré. Iba delante de los
otros tres, observando detalladamente mi alrededor. Mis nervios seguían estando
ahí, con miedo a lo que pudiera surgir, pero me sentía cómoda, relajada, a
gusto.
-Chicas, ¿puedo llevarme a Harry un momento? –Nos
preguntó Danny haciéndome voltearme para escucharle. –Será un momento.
Asentí al igual que Brooke.
Los chicos se alejaron de espaldas, yendo a parar a la luz de una de las
farolas, seguidos de espaldas por nuestras miradas.
Brooke se acercó más a mí,
aún sin despegar la vista de ellos.
-Me da miedo que hablen solos.
-¿Viniendo de Danny? Obvio. –Opiné.
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