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sábado, 12 de mayo de 2012

68.Entre sonido de acordeones.


¡¡No me lo puedo creer aún!! Mi perfectísimo y preferido Tom Fletcher, comprometido con la magnífica y preciosa Gio, están, porfín, ¡OFICIALMENTE CASADOS! Ahora a esperar pequeños Tom's y Gio's *-* De verdad, estoy tan orgullosa como sus propias madres... ¡Les deseo lo mejor del mundo!
Y ahora lo que me cuestiono... Gio en twitter es Giovannafalcone... ¿Se lo cambiará a GiovannaFletcher ? Porque si es así tendré que tomar ejemplo y ponerme Eva Jones jojojojojo.
Muchas gracias a l@s lector@s!







Brooke y yo habíamos aprovechado los minutos libres que nos habían dejado Harry y Danny cuando se reunieron bajo la farola. De una forma locuaz, habíamos opinado unánime que sin duda, algo se llevaban entre manos. Los reojos de parte de los dos no daban una primera opinión muy buena.
Cuando regresaron, fue Danny el que decidió tomar el primer paso de la separación que tan poco queríamos Brooke y yo. Ambas estábamos muertas de los nervios, con miedo a hacer algo que estropeara el momento o cualquier mínima cosa.
                -Brooke… -Le susurró a la chica al oído, pero por el silencio sepulcral llegamos a oírlo todo. -¿Puedo llevarte a un sitio más… íntimo? Quisiera comentarte una cosa.
Instantáneamente, la rubia me dirigió una inquieta mirada pero llena de alegría y nervios. Asintió levemente, con miedo. Danny volvió a sonreír pícaramente, y mientras se despedía de nosotros con una leve agitación de cabeza, dio un paso, alejándose. Brooke empezó a seguirle, pisándole los talones.
Harry y yo les seguíamos con la mirada, a medida que se iban alejando. No podía evitar sonreír. Se la veía nerviosa; daba seguidamente traspiés, fallando su equilibrio, pero lograba recuperar el paso sin que Danny se diera cuenta de nada.
A mitad camino, el pecoso se giró para esperarla. Brooke se detuvo nada más este se volteó. Incluso con la distancia y la falta de visualidad, logró distinguirse la centellante sonrisa y dentadura de Danny. Sonreía con dulzura, e incluso pude notar el cariño en sus ojos, que parecían relampaguear en la oscuridad.
Su mano se extendió, abierta, esperando la respuesta de su compañera. Brooke bajó la vista, viendo estupefacta su mano. Se la estaba tendiendo, y en la mirada de mi amiga se reflejaba el ansia de aferrarla y dejarse llevar a donde quisiera que él tuviera preparado. Y así lo hizo. Después de una desesperada demora por parte de todos, levantó su mano y la entrelazó con la de Danny. Sus sonrisas se respondieron. Y volviendo a darnos la espalda, se fueron alejando hacía la esquina.
Una vez desaparecieron, comprendí el estado de la situación en la que me encontraba. Levanté muy lentamente la cabeza hacía la Harry, y me encontré de nuevo con su mirada que ya me observaba, pero estaba llena de inquietud. Desviaba la mirada y volteaba la cabeza, como si le costase mirarme. Se mordía el labio inferior.
Suspiré. Caminé hasta el malecón del embarcadero y me senté allí. Me quité la manoletina derecha, posando el zapato a mi lado y rocé con los dedos del pie el agua del lago. Estaba fría, completamente gélida, pero reconfortaba aquella sensación. Balanceé el pie de izquierda a derecha, rozando la superficie del agua como un ave.
No tardé en oír los pasos de Harry a mi espalda, y antes de que me diera cuenta, ya se había sentado a mi lado. Un nudo en el estómago se formó en mi interior, impidiéndome reemprender un tema de conversación. Por mi parte, estaba completamente nerviosa, incapaz de moverme. A cambio, cuando ladeé mi cabeza para observar a Harry, este parecía sereno y tranquilo, observando mi pie rozando el manto de agua.
No tardó en conectar su mirada con la mía. Tenía un rostro melancólico.
                -Danny lo conseguirá esta noche. –Susurró.
Reí. Me hubiera esperado cualquier frase, de nosotros, del agua, de la cena, del lugar… pero no de Danny.
                -Creo que ya va siendo hora de que Brooke consiga al chico que ama.
                -Es una chica con suerte… con mucha suerte. –Musitó de forma mohína, separando los ojos de mí.
Un abatimiento me recorrió el organismo entero. Fui a decir algo, algo sin sentido, pero se me quebró la voz sin permitir emitir ninguna frase. Alguien se estaba divirtiéndose dentro de mi estrujándome dentro de mí el estómago.
Me entraron ganas de desmentirle. De decirle lo que podría haber descubierto de mis sentimientos, la confusión que sentía. Quería describirle todo lo que sentía cuando me hablaba, cuando me miraba, o cuando se refería a mí. Y entonces me acordé. Él mismo me había expresado esto que siento el día en que se confesó, en el parque… donde me besó. Y desde aquel día, no había vuelto a notar sus labios sobre mí, y añoraba desesperadamente el roce y sensaciones que me habían producido sus labios.
El batería pareció percatarse de mi aflicción, y con una sonrisa torcida, dijo en tono tranquilizador:
                -No me malinterpretes. A veces soy así de... reprochador. Y respecto a lo que pasó, está todo olvidado. No te tengo rencor. Todo lo contrario; te entiendo.
Asentí. De nuevo quise decirle todos mis sentimientos, pero no podía, sencillamente no podía. Harry suspiró de forma resentida. Dedicó una vez más una sonrisa amable, y de repente se levantó de su sitio. Desde abajo, le observaba.
                -Ahora vengo. Tengo que ver una cosa. –Dijo discretamente, mientras me daba la espalda y volvía a la pequeña plaza.
Crucé mis piernas en forma de cruz, mientras me giraba para verle alejarse. En el tiempo que había pasado viviendo en Harrow, no me había fijado en los cambios del batería; sus mechas habían casi desaparecido.
Suspiré mientras volvía a meter mi pie en la manoletina. Me levanté, y caminé hasta el poyo mas cercano. Me tumbé allí, mientras el frío de la piedra me provocara temblores. Me crucé de brazos, y bajo el sonido de las chicharras, bullicio y acordeones.
El cielo estaba encapotado de estrellas, con luna gibada creciente que centellaban más que nunca. Suspiré. Aquel lugar era hermoso, casi de ensueño, pero solamente faltaba una cosa… el sentimiento compartido. Un vacío de abismo parecía haberse formado en los últimos días en mi interior, del cual, cada vez que veía a Harry, le escuchara, me hablara o simplemente le escuchara, me había perder el equilibrio y caerme en él.
Mis ojos amenazaron con desbordarse, pero logré resistir. Sabía que en un momento u otro Harry regresaría.
Volví a suspirar y cerré los ojos intentando despejarme y relajarme, pero tuve mucho tiempo para conseguirlo. Tal vez de la comodidad y confort que tenía al estar apoyada sobre el poyo, el tiempo había transcurrido más deprisa de lo que creía, y los pasos de Harry se fueron acercando. Me senté y volteé mi cara para verle. De nuevo, una sonrisilla tímida se dibujó en mi rostro al verle. Aquella noche tenía una magia especial. Parecía centellar a la luz de las estrellas.
                -Ya está todo preparado. –Susurró como si tuviera miedo a mi reacción. -¿Me acompañas? –Musitó mientras me extendía una mano.
                -¿A dónde habías ido? –Le pregunté mirando detrás suya, donde se encontraba la plaza con cantidades de tiendas y restaurantes.
                -Espero que tengas hambre. –Me sonrió. Le imité, y asintiendo, aferré su mano para ayudar a levantarme.
Deseé más que nada que no me soltara la mano, que la mantuviera entrelazada con la mía, pero no sirvió para nada mi plegaría. De nuevo el sentimiento de soledad que sentía y la distancia que había entre nosotros dos se agrandó, provocándome que le viera como una figura inalcanzable. Le pisaba los talones, pues mi paso se había relentazo al suyo, pero él no tardó en pararse para colocarse a mi lado. Una vez más, al ver su sonrisa y mi reflejo en sus brillantes ojos azules, comprendí que aquel nuevo sentimiento hacía él no era erróneo. 

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