Siento mucho no haber actualizado desde la boda de Tom y Giovanna.. FLETCHER :) He estado ajetreada, melancólica, sin pasar muy buenos momentos pero aquí estoy, sin dejar de escribir *-* Quiero daros muchas gracias a vuestros comentarios, que me alegran muchísimooo y que en sí, me ruborizo cuando los leo xx.
También he de avisar de que si no actualizo mañana o después mañana, no lo haré en toda la semana contando desde este sábado. Estaré en el intercambio de francés y allí no tendré ni tiempo ni ordenador para escribir... pero regresaré! :)
Muchas gracias :)
Seguí los pasos de Harry, con
cautela y examinando a donde nos dirigíamos. Me llevó hasta un gran y espacioso
restaurante, con bien decoradas las mesas, cubertería, encargados y camareros
elegantes que vestían traje de etiqueta. Tragué saliva. Aquel sitio no tenía
pinta de barato, al contrario.
Pensaba que me iba a ceder
sitio en alguna mesa con el mantel completamente blanco y sillas que parecían
cómodas pero que engañaban, al lado de alguna chimenea, o tal vez en una
esquina bien iluminada por las lámparas que descansaban colgadas a las paredes,
pero no. Se detuvo en un momento a susurrarle algo al encargado de mesas, quien
le contestó con una sonrisa, asintiendo mientras señalaba hacía el fondo. Y
seguí de nuevo a Harry, totalmente desconcertada.
Sus pasos me condujeron hasta
el fondo del gran restaurante, un poco más apartado del bullicio y con unas
escaleras de caracol que conducían al piso de arriba, o tal vez, a la terraza.
Antes de que el batería empezara a subirlas seguido de mí, volteó un segundo su
cara y me sonrió tiernamente, sin que pudiera evitar contestarle de mi la misma
forma. Echo esto, subimos hasta arriba.
Se trataba de la segunda
idea: Una terraza. Desolada, tranquila, con el frío de la noche deambulando y
una pequeña mesita al fondo, con tres velas expuestas de forma triangular, tal
como solían filmarlas en las películas, pero aún más perfecto aquella vez.
Se me escapó una expresión de
asombro, mientras me dirigía la mano a la boca. Harry volvió a sonreír, pero
esta vez sin verme y caminó hasta la pequeña mesa. Le seguí, y entre los
rincones más oscuros esperé que apareciera algún violinista o músico, pero
gracias a Dios no había ninguno… a la vista. Si hubiera aparecido alguno en
mitad de la noche, no hubiera podido soportar la vergüenza ajena.
Pero hubo un pequeño detalle
que se le olvidó a Harry para hacer la noche perfecta y a él también, un
pequeño detalle que me alegró, pues no traía nada bien conocer a un chico que
resultaba perfecto: como es típico en
las películas románticas y en estas cenas, el chico la ayuda a sentarse. Él no
lo hizo.
Sonreí tanto como pude aunque
quisiera disimularlo, pero él lo notó, y entre media carcajada preguntó:
-¿Qué te hace gracia? ¿No te gusta?
-No, no. –Le miré, y de nuevo el corazón me falló.
Aquella cena había aumentado el misterioso sentimiento que sentía por él. –Jamás
habría podido imaginarme que alguien me pudiera hacer una cena así… -Mis ojos
se humedecieron mientras contemplaban las luces a lo lejos. –Estás cosas
solamente existen en las películas, o creía.
-Cuando quieres llegar a… -Se reservó una palabra,
vacilante. -…sorprender a una persona, haces lo que sea por conseguirlo –Sonrió
tímidamente mientras vino en ambas copas.
-¿Por qué te as molestado tanto? –Pregunté de forma
valiente, atreviéndome a escuchar cualquier respuesta y con la demora de oír
aquello que tanto deseaba; sus pasados sentimientos.
-No lo sé. –Susurró mientras se encogía de hombros y
apartaba la mirada de mí. –Ya que tenía la oportunidad de poder cenar contigo
una noche, quería aprovecharlo a cada punto. –Me miró, pero pronto frunció el
ceño, preocupado.
-¿Qué ocurre? –Me aventuré a preguntar.
-Verás… hay un inconveniente, que tal vez pueda
hacerte enfadar. –Me miró inquisitivo. Yo negué con la cabeza, mientras le sonreí.
–Todo ha sido idea de Danny. Me he enterado hará apenas una hora. Y no sé
realmente si contártelo, aunque al final acabarías sabiéndolo por las fuerzas,
pero…
-Harry, se directo. No voy a enfadarme.
-Danny a reservado habitaciones en un hotel de aquí
cerca. –Se mordió el labio. –Bueno, ya sabes que principalmente ha sido por
causa de Brooke, pero también pensaba que iba a ocurrir algo entre nosotros
dos. –Rió de forma sarcástica. –Aún sabiendo… bueno, lo que ocurrió en el
pasado. Tus sentimientos y tal. –Su rostro se volvió sombrío junto a una mueca
de dolor.
Quería negarle todo aquello,
gritarle que había cambiado de parecer, que en absoluto me molestaba la idea,
con él jamás hubiera podido enfadarme… y sobre todo quería pedirle, suplicarle
si hiciera falta, que me besara.
Pero solo me dediqué a
asentir, sin emitir ningún sonido. Abrí varios momentos la boca para hablar,
pero las palabras no fluían. Ni siquiera sabía que decir.
-Bueno… no lo sé. –Balbuceé estúpidamente. –No me
enfado contigo, ¿cómo lo voy a hacer? –Reí para no parecer nerviosa. –Sé que
todo a sido idea de Danny, y me parece que todos queremos que ellos acaben
bien, ¿no?
-Sí. Me parece que a Danny le viene bien enamorarse
de nuevo. Cuando no tiene ninguna relación estable, a muchas mujeres les
aborrece la idea de salir con él.
-¿Crees que podría llegar a lacerar a Brooke?
–Pregunté con miedo. Sabía cuanto quería mi amiga al pecoso, y se suponía que
él a ella también, pero mejor evitar un mal amor al principio.
-No. Sé como es Danny cuando tiene novia, y no,
rotundamente no. –Afirmó sereno, irradiando seguridad. –Danny no pretenderá
hacerle daño a Brooke, o no intencionadamente. Tal vez no sea el más romántico,
pero se preocupa por su pareja… tal vez demasiado.
Sonreí mientras asentía.
Brooke tenía suerte e iba a tenerla. Por sus antiguas y tétricas anécdotas, no
tuvo mucha suerte en el amor, y al igual que yo, temía a aquellos sentimientos,
pero por fin iba a ser correspondida.
Un camarero apareció por la
puerta que daba a la escalera de caracol, con un delantal rojo, tal vez oscuro
por la luz sombría de la noche, y con mocasines y traje típico de camarero. Con
una mano, sujetaba ligeramente una bandeja que traía una botella de vino.
Sonreí tímidamente mientas se
acercaba y nos servía.
-He intentando que esta velada sea lo más cómoda
posible, aunque creo que a mí a no me esta resultando. –Dio un pequeño sorbo a
su copa mientras fruncía el ceño. –Parece que mi estómago lo estén estrujando.
-Me alegro de no ser la única. –Sonreír mientras
miraba a mi plato vacío, el cual se veía reflejado la tibia llama de las velas
ya encendidas. –Como ya te he dicho, jamás me habían hecho una cena… así. –Me
reservé el adjetivo. Tal vez él lo malinterpretara.
-¿Te gustan las cosas románticas? –Preguntó sin
preámbulos mientras apoyaba un codo en la mesa y se sujetaba la cabeza.
-Bueno, pues… -Titubeé entre un risita tonta. –No lo
sé, no estoy acostumbrada. Supongo que con quien lo comparta. Aunque soy más de
conciertos…
-¿En la primera cita? –Dijo mientras sonreía
pícaramente.
-¿Esto es una cita? –Pregunté sin resistir la
tentación ya.
-¿Tú quieres que lo sea? –Preguntó esta vez serio
junto a una mirada penetrante y llena de sentimientos sin especificar.
Le miré, y de nuevo la
conexión visual se formó. Intenté seguir, no separarla y no rendirme, pero
aquellos intensos ojos azules me provocaban demasiados sentimientos confusos
que mi organismo no podía aguantar. Suspiré y miré el suelo estampado en
figuras de piedra.
Creía saber lo que sentía por él, a pesar de que aún
tenía dudas. Quería tomar el paso, pero dudaba de su cambio de sentimientos, o
incluso de los míos. No quería provocarle ilusiones si sus sentimientos eran
los mismos, pero la respuesta que dije aquella noche se los provocó, iluminando
en su bello rostro una sonrisa esperanzadora… tal vez una sonrisa que, en un
futuro se convirtiera en lágrimas derrochadas por otra confusión mía:
-Cita. Tenemos una cita. –Albergué sonriendo,
mientras levantaba la vista hacía él.
Y es que nos habías acercado
al centro de la mesa sin darnos cuenta, apenas nuestras menos se rozaban y
nuestros rostros, aunque no estuvieran del todo cerca, notaban la tensión y
sentimientos.
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