-No me seas estúpida, Brooke. –Le pedí mientras entrábamos dentro del baño de Giovanna.
Habían pasado cuatro días desde aquel lunes en que Dougie me había dañado mis sentimientos inocentemente, y todas las chicas habíamos decidido pasar el viernes en compañía, nada más acabar las clases.
Me había encerrado con mi mejor amiga en el baño, después de necesitar que Gio nos acompañase hasta la puerta del lavabo después de una búsqueda en vano de la puerta. Había empezado a contarme lugares y días que había pensado para quedar con Lizard, y mi prejuicio hacía que ninguna de ellas me pareciese correcta, encontrándole aún error a todas.
-¿Por qué no? –Se dejó caer en la taza, mientras me miraba con sus ojos desoladores. –Déjame preparar vuestro reencuentro a mí, de verdad que no o haré mal y quiero que sea lo más perfecto posible.
-Brooke, yo no tengo tu optimismo.
-Si yo estuviera en tu lugar tampoco lo tendría, pero confía en mi aunque sea para esta ocasión. De verdad siento algo, como un presentimiento, -Se acarró la camisa del pecho, haciendo fuerza mientras carcajeaba. –de que todo va a salir bien.
-Está bien… pero te juro que si algo, cualquier cosa sale mal… -Intenté buscar alguna amenazaza, pero no se me venía ninguna en aquel momento. –Ya sabes.
Asintió sin importarle mi aviso, y ambas salimos del baño mientras al mismo tiempo sonaba el timbre de la puerta. Los chicos habían llegado, y como no traían a Logan con ellos. Desde aquel beso, había rebajado mucho nuestras conversación y apenas nos hablábamos, al igual que dedicarnos alguna mirada. No me había arrepentirle de no haberle seguido el beso, pues durante todo aquel tiempo transcurrido, Lizard no había abandonado absolutamente nada mis pensamientos.
-¿Sabéis que uno de nosotros tiene nueva novia? –Gritó Danny el primero de la cola, mientras corría hacía donde estábamos nosotras.
Miré aterrorizada a Brooke, al igual que ella a mí. La simple idea de que Dougie tuviera nueva novia me destrozaba por dentro, y a pesar de que Brooke negara su atracción por el pecoso, sabia que a ella también le espantaba la idea.
-¿Quién? ¿Y quién es ella? –Preguntó Giovanna mientras se levantaba del sofá, totalmente interesada. -¿No serás mi Tommy, no?
-Sabes que no. –Dan se tiró de golpe a su lado, provocando un estrepitoso ruidos de roto en el sofá. –Al venir lo hemos descubierto, pues se ha encontrado con ella y menudo beso le ha dado… ¡Y no nos había dicho nada!
-¿De quién habláis? –Mascullamos todas a la vez.
-¡Danny, te pedí que no dijeras nada! –Espetó la voz de Doug desde atrás, mientras aparecía por el salón, colocándose a mi lado.
No, no podía ser cierto. ¿Dougie novia? ¿Por qué? Intenté evitar que mis ojos se cristalizaran, aunque ya era misión imposible. Miré horrorizada a Brooke, quien me observaba dolida y arrepentida. Sonreí intentando disimular, aunque el labio inferior me temblaba, pero debía de disimularlo. Luego, giré mi vista hacía Tom, quien ya me observaba. Comprendía que aquello me había hecho daño.
-¿Quién es? –Insistió Katherine, levantándose y empezando a dar saltitos de alegría. -¡Qué bonito! ¿Cómo es que no nos dijiste nada?
-Es la engreída y pija de Anne Grint. –Harry adoptaba cara de asco, sin importarle que su amigo le observara. –En serio, hay que ver que me cae mal esa chica. ¿Cómo puedes estar saliendo con ella? ¡Es todo lo contrario a ti!
-¡Otra vez! –Dougie estiró sus brazos para hacerse oír. A mi no me hacía falta; no podía despegar mi dolida mirada de él. –No estoy saliendo con ella.
-¿Y ese beso de antes? –Cuestionó Cole.
-Digamos que tontea conmigo.
-¿Te ha pesado así porque sí? –Holly flipaba, literalmente. Tenía cara de estupefacción. –Dios, no me lo puedo creer. ¡Anne! ¿Sabes las de veces que me habré peleado con ella?
-Es buena chica. –Intentó defenderla el bajista.
-Es una puta. –Se me escapó, mientras todos los ojos se dirigían hacía mi y las bocas callaban. Dougie me miraba sereno, pero notaba que él sabía que tenía razón. Por otra parte, Brooke, Harry y Danny se echaron a reír. –Creo que no podría ni contar con todos los dedos con todos los tíos que ha llegado a estar.
-Tiene razón, Doug. –Harry se acercó a él, mientras le depositaba un beso en la mejilla. –No te conviene. Además, tú me perteneces.
-Está bien, dejemos el tema. –Pidió el rubio mientras rodeaba por la cintura al batería. –No la quiero ni estoy saliendo con ella, así que no hay nada que hablar. –Volteó su cabeza para observar a Tom mientras le susurraba. –Ayúdame. Cambia de tema.
. . .
Había empezado a anochecer, cuando apenas eran las seis de la tarde. Aburrida y con los ojos amenazándole con cerrarse, Katherine salió al jardín, intentando despejarse un poco o caer rendida en el césped del jardín de su amiga.
Fue allí donde se encontró a alguien más.
Aunque hubiera querido volver sus pasos, no habría podido. Nada más se enteró que Cole estaba allí sentado, él también se percató y giró su cabeza para verla. Había aprendido a mantenerse sereno y no ruborizarse al verla, sin que sus esperanzas desaparecieran.
-¿Quieres sentarte conmigo un rato?
Accedió sin abrir la boca. Se sentó a su lado, mientras observaban a través de la verja del vecino como el sol se posaba sobre aquel abismo del fondo. Una imagen realmente preciosa.
Fue entonces cuando Cole giró su cabeza para observar la más aun preciosa imagen que tenía Katherine, con los rayos del atardecer golpeándole el rostro. Sus miradas se encontraron, y de ellas solamente logró embozarse una tímida sonrisa. Lo curioso durante aquel largo tiempo transcurrido era que los sentimientos de ella había cambiado.
-¿Nunca has querido en algún momento hacer algo precipitado y que las cosas no acaben de mala forma? –Le preguntó con voz suave ella.
-Sí. –Volvió la vista hacía el gran sol. –Cuando es de noche y salgo, por ejemplo, muchas veces me apetece coger una piedra y romper algún cristal de alguna casa. –Carcajeó. –Lo sé, estoy loco. –Volvió a mirarla. -¿Y tú?
-Romper cristales no, pero otras cosas sí. –Suspiró, resignada. –Ahora por ejemplo, me gustaría hacer algo, pero lo veo demasiado tonto. Tengo miedo.
-¿El qué? –Ella no le contestó, solo se limitó a seguir mirándole. -¿Tienes gases o algo?
-No me seas idiota. –Carcajeó sonoramente, mientras se aferraba la tripa. –No creo que me atreva. Seguramente lo estropearé y además jamás he sido lo suficiente valiente para… -Bajó la vista. –Hacerlo.
No muy convencido de lo que querrían decir sus palabras, Cole decidió poner la mano en el fuego. Rápidamente, acercó su cara a la de su amiga y le depositó un tierno beso, rápido pero eficaz. Se separó varios centímetros, temiendo arriesgarse, pero fue Katherine la que volvió a cortar distancias, aumentando considerablemente la potencia.