¿Qué opinas sobre este fic?

sábado, 21 de abril de 2012

57.Obra del destino.




Le observé de arriba abajo. Mis pulmones habían comenzado a fallarme, sin permitirme coger el aire que en ese momento tanto necesitaba. Mis ojos no querían admitir lo que veían, y mi cabeza tampoco. ¡Esto es una simple coincidencia! Pensaba.
Pero no, sabía que no. La reacción de Harry al verme le había delatado por completo. Pero, ¿por qué? No había sentido que justamente él, mi buen amigo, estuviera enviándome flores. Aquello era totalmente descomunal.
Me giré, dándole la espalda. Clavé los ojos en las madres que salían del parque arrastrando los carros de sus hijos, algunos sentados en ellos y otros caminando a pie junto a ellas. Todo, a esa edad, es demasiado fácil.
Cerré los ojos con fuerza, intentando encontrar solución a la escena. Mi estómago parecía estrujarse por los nervios, no mejorando la situación. Pero dentro de él también estaban las famosas mariposillas, que parecían que tras su ausencia en el armario de escobas, habían dado a luz. Jamás había sentido tantas en mí.
Respiré hondo varios segundos, y me volví sobre mis talones. Tenía que plantar cara, a pesar de que en aquel momento no me fiaba de mi tez ni de cómo funcionaría mi voz. Sus ojos volvieron a encontrarme, pero aquella vez si descubrí la tristeza sumida en ellos. Los tenía débiles, y no lograba mantener la conexión visual más de varios segundos, clavándolos en mis pies. Un sentimiento de arrepiento me cautivó entera.
                -Lo.. lo siento mucho. –Titubeó, aún sin poder mirarme fijamente. –De verdad que no tenía pensado este momento… ¡Qué imbécil!
No pude contestarle. Quería gritarle que no era un imbécil, que no debía de pedirme disculpas. Quería darle las gracias, decirle que jamás nadie se había comportado tan bien y que nunca me había regalado flores, y menos aún, tan preciosas como me las había mandado él. Nadie, en su sano juicio, se había molestado en tratarme así. Y él había marcado con esos detalles un trozo de mi corazón.
                -No quería decirte quien era –Prosiguió, tal vez enderezándose un poco. –por si te defraudaba. –Hizo una mueca. -¡Y claro que te he defraudado!
                -No… -Siseé, casi sin voz. Carraspeé un poco hasta recuperarla. –No me has defraudado. ¡Joder! –Sonreí, sonreí sin saber como. –Harry, esto es lo más bonito que me han hecho, jamás me habían tratado así. No se por qué lo has hecho, pero gracias, gracias de verdad. Y justamente me las mandaste en el momento en que más lo necesitaba, me ayudaste a no pasarlo tan mal.
                -Por Dougie. –Concluyó él. Un nudo en mi garganta se formó, sin motivo que yo supiera. –No me preguntes por qué te las envié por qué entonces no podré evitar confesarlo. Llevo intentando captar tu atención, o averiguar un poco más de ti desde que te conocí, pero siempre los nervios acaban apareciendo cuando te hablo. Apenas me atrevo a empezar una conversación contigo, y cuando lo hago me cuesta proseguirla.
                -¿Por qué? –No pude evitar preguntar. Necesitaba saberlo, necesitaba entenderlo todo. –Por qué las flores, el nerviosismo que te llega cuando quieres hablarle. Por qué todo eso.
                -Por qué creo que me he enamorado de ti. –Espetó, obligando a salir a las palabras de su garganta. Su rostro adoptó un estado sombrío, tal vez presa de los nervios y pidiendo a la tierra que le tragase. –No me preguntes por qué. Es tu forma de ser, de posar simplemente tus ojos en mí, de que me hables, de que me sonrías. Todo esto –Volvió a mirar al suelo. –no sé por que lo siento. ¡Jamás una tía me había hecho sentir lo que tú has conseguido!
                -Yo… -Esta vez fui yo la que no podía hablar. –De.. debiste de decírmelo.
                -Sabía la respuesta y sigo sabiéndola. –Una triste sonrisa forzada apareció en su rostro. –Por eso te dije hoy que me fijé en como mirabas y actuabas cuando mirabas a Dougie. Eso me dolía, sabía que no tenía la mínima posibilidad. Hubiera sido en vano si te lo hubiera dicho. –Arqueó las cejas, con un tono de diversión. -¿Y que es lo único que se me ocurre? Mandarte flores de forma anónima. Sé que es humillante, pero ni quiera me hubiera atrevido a dártelas a mano.
Terminó allí. Mis palabras se había atragantado por toda mi garganta sin poder salir. Me estaba asfixiando. Ni siquiera podía cambiar de posición. Me costaba mirarle, ver como sus ojos se fijaban en los míos. Me sentía inferior, y una parte de mí dudaba en todas sus palabras, o simplemente no quería creérselas.
¿Enamorarse de mí? No tengo nada de especial a todas las demás chicas. Todo lo contrario. Soy una plaga para esa raza. No tiene sentido. No, no lo tiene.
Noté su impotencia a los pocos minutos de mi silencio. Se mordió el labio, y de pronto, alguien me estrujo impetuosamente el estómago. Espera, ¿aquello había sido normal? O no, no no y no. Tal vez aquel falso sentimiento que sentía por Doug estaba volviendo a reaparecer en Harry.
                -Será mejor que vuelva a Essex. Sé que ahora preferirías estar sola. –No se equivocaba. Tenía que pensar, abrasarme la cabeza haciéndolo. –Bueno… gracias por escucharme, y sobre todo por tus palabras. Espero que esto no afecte a nuestra amistad.
Una vez más, noté en su rostro la espera de mis palabras, pero de nuevo no me atreví a hablar. Reaccionando de alguna forma, solo logré sonreír. Era una estúpida.
Me devolvió la sonrisa, pero más abierta que la mía. Mostró su dentadura, pero en ella se reflejaban los nervios. Despegó la vista de mí y pareció fijarla en algún lugar del final de la calle. Él sol le golpeaba en los ojos, decorando su rostro y haciéndole entrecerrar sus párpados.
Levantó su mano en señal de despedida. Yo le imité, y supe que de alguna forma había parecido un poco idiota. Se giró dándome la espalda, dio unos cuantos pasos alejándose de mí pero no tardó en parar y volverse a girar. Esta vez se reflejaba indecisión en su rostro.         
                -Lo siento, pero es que… necesito hacer algo o se que me arrepentiré el resto de mi vida.
Fui a abrir la boca, intentando articular de que se trataba, pero pronto vi que se acercaba rápidamente hacía donde yo estaba. El corazón me dio un revuelvo de miedo tal vez, de nervios y de emoción. Estaba cerca, y cada vez más. Una sonrisa nerviosa se le escapaba por la comisura de sus labios, y sin darme cuenta, ya le encontraba casi apegado a mi cuerpo.
                Noté como de un segundo a otro, aferró mi rostro con delicadeza, y aún sin poder pensar con claridad, paró sus labios a escasos milímetro de los míos.
Mi respiración se había agitado, delatando mis mortíferos nervios. Su nariz estaba apegada a la mía, arrugándola y notando su respiración sobre mi rostro. Aquello, descartando los nervios y mis ganas de hundirme muerta de vergüenza en la tierra, era agradable. Sí, totalmente agradable.
Sin entender muy bien por qué, deseé que rompiera de una vez las distancias. Y como si me hubiera leído el pensamiento, así hizo. Cortó la poquísima distancia que nos separaba y definitivamente, apoyó energéticamente sus labios sobre los míos.
Fue cuando mi estómago pareció explotar dentro de mí.

0 comentarios:

Publicar un comentario