Es soso, lo sé, pero aparte de que no tenia mucha inspiración, en este cap no se podía decir mucho más. 5 de mayo espeeeeeeeeerame.
Entre crucé mis piernas
mientras observaba confusa la pantalla de mi portátil. Una larga página en
blanco se extendía delante de mí esperando ser escrita. Iba a escribirle a
Samantha, a pesar de que ella no mostraba interés últimamente por mí.
Comencé por contarle mi
confort y la amabilidad de mis nuevos amigos, y después, me dejé llevar por
contarle todo lo que me había pasado. Todo.
Durante el pasado jamás había
logrado hacer muchos amigos, y casi ninguno con confianza. Siempre cuando me
había ocurrido algo, había sido Sam la que me había escuchado y ayudado, y no
como una madre, si no como una amiga. Nos llevábamos unos diez y ocho años, y
eso la ayudaba a no estar tan poco informada de cómo era la actual sociedad.
Ella me había dado un hombro en que llorar, me había defendido y sobre todo me
había dado esperanza, a diferencia que James. Él era más indiferente, aunque
jamás se le había dado bien aconsejar. No me molestaba; ya tenía a mamá para
eso.
Le conté lo ocurrido con
Dougie, puesto que ella ya conocía de oída al pasado Mr.Lizard. Le conté su
enfado que tanto había asegurado que no iba a sufrir. Le conté lo poco que
sucedió con Logan, y lo que había ocurrido apenas unas horas antes con Harry.
Le hablé bien del batería, excepcionalmente bien. Le conté lo que había sentido
y lo que pensaba, mis dudas y le pedí su ayuda. Sabía que ella me daría su buen
consejo.
Sobre Dougie, me desahogué
con ella. Hablé desde mi punto de vista interior mal, lo que me había hecho
sentir, pero a pesar de ello no pude evitar alabarle. Doug no era mala persona,
al contrario. Le conocía lo suficiente bien y entendía su reacción. Aunque en
aquel momento mis esperanzas eran un poco nulas, esperaba sus disculpas.
Y allí desahogué todo ese
incómodo sentimiento que había reposado durante semanas y semanas en mi pecho,
sacándolo todo de golpe. Ahora solo quedaba esperar su contestación.
Una hora, o dos quizás
después de haber enviado el e-mail a mi madre, empecé a conciliar el sueño.
Estaba en postura fetal, al lado del ordenador y probando suerte para ver si
Samantha se conectaba, pero no la hubo.
Cerré los ojos
definitivamente para dormir, hasta que segundos después, el tintineo del
Messenger resonó débilmente. Entrecerré los ojos, notando el parpadeo naranja
de la nueva ventanita que me había hablado. Sonreí débilmente, sin pararme a
pensar detallada. Samantha debía de haberme hablado.
Me senté a duras penas sobre
la cama otra vez y coloqué mi portátil en mi regazo. Abrí la ventanita, y fue
entonces cuando mis hombros y espalda se crisparon. El antiguo nombre de Lizard estaba sustituyendo el lugar
donde se suponía que tenía que estar Samantha y un saludo bastante amable decía
su nombre.
-¿No se suponía que deberías estar dormida? Tom
siempre me decía que Debbie es muy severa con el horario de irse a la cama.
Cerré violentamente los ojos,
haciendo toda la presión que podía, mientras me mordía el labio inferior. Mis
nervios despertaron en la boca del estómago, pero una vez más no hubo señal de
mariposas. Pero lo que más me había llegado a impactar de aquello no era su
saludo, si no la forma de hablar indiscretamente sin parecer molestarle que era
Evelyn.
Respiré aire y me preparé
para escribir las líneas más ingeniosas y disimuladas que podía.
-Debbie no ciñe esas normas a mí. Sabes perfectamente
que pretende ser lo más amable posible para caerle bien.
-¿Ni siquiera James? –Preguntó apenas segundos
después de que yo le diera a la tecla Enter.
-Desde que nos mudamos –aporté con un poco de
tristeza. –soslaya todo lo que haga, sea bueno o malo.
-Tienes suerte. –Añadió, y no tardó en seguir la
frase. –Verás, quería pedirte perdón por mi comportamiento en el cuarto de
escobas, de verdad me impactó que tú llegases a ser Weird.
-Te decepcioné, reconócelo.
-No lo hiciste. Me alegro de que fueras ella. –Añadió
con el emoticono de las gafas de sol. –No me atreví a pedirte perdón, me
resultaba lo más embarazoso posible. Estoy realmente avergonzado por como me
comporté, y si pudiera hacer algo para solucionarlo…
-Pasa por alto todo lo que sucedido en este tiempo.
-¿Todo? ¿Incluyendo lo del baile?
-Especialmente lo del baile. –Suspiré nostálgica.
Cuanto de equivocada había estado respecto a mis sentimientos. –Doug, ahora que
ya sabes quien soy, no quiero perder mi amistad de antes, la de Lizard y Weird.
Quiero que podamos seguir confesándonos como mejores amigos, tras un ordenador
y a la cara sin problemas ni vergüenza. Quiero que todo vuelva a ser como lo
era antes de mudarme a Harrow, exceptuando en que no hará falta tener un
ordenador para ser amigos.
-¿No se suponía que tu sentías algo por mí?
-¿Acaso tú lo sientes por mí?
-Estoy confuso. Es algo común que ya había sentido,
pero no sabría asegurarme.
-¿Sientes las mariposas, el cosquilleo en el estómago
y en los dedos de los pies, la voz entrecortada, el nudo en la garganta, la
sangre hirviendo en tu organismo, tu prosperidad a equivocarte y hacer el
ridículo y tu parálisis? –Describí, pero no acordándome de Doug, si no del
batería. Apenas recordaba lo que sentía sobre el bajista, y estaba segura de
que no había sido tan similar a lo sentido con Harry.
-Sí… -Notaba la duda en sus palabras. –Lo sentía.
-Cuando nos besamos dentro del cuarto de escobas,
-aseguré, intentando llegar a la conclusión. –no sentiste nada, ¿verdad? Las
mariposas parecían que habían caído en un coma y que no podrían lograr ni
moverse, ¿Verdad? No lo sentiste.
-No…
-Lo que sentimos no fue amor, solamente creímos
pasarnos de la fina raya que separa la amistad del amor. Ambos nos equivocamos
y sobreactuamos más de lo que debíamos, pero no es tarde para borrarlo todo y
volver a ser amigos… ¿no?
-¿Habías estado pensando en esto antes, verdad?
-Sí, bastante. –Carcajeé. Por fin volvía a ser el
Lizard de siempre. -¿Acaso tú no te paraste a pensarlo en ningún segundo?
-Tenía esos recuerdos todo el rato en la cabeza, pero
no llegaba a ninguna conclusión. Solamente se repetían, una y otra vez.
–Mientras sonreía, me negué a contestarle. Quería que siguiera y lo decidiera
él. –Entonces… ¿amigos?
-Amigos, y los mejores. –Concluí el problema.
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