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martes, 31 de julio de 2012

108.Desmayo





Mis pasos se detuvieron cuando dejé de oír las voces de mis amigos y no tan amigos. Me paré en mitad de el pasillo, con el gimoteo provocándome un nudo en la garganta, oliendo el olor de tomate sobre mí y sintiéndome más desgraciada que nunca.
        Pero tan pronto cuando empecé a dejar salir a mi llanto, unos pasos rápidos se acercaron por detrás. Rabiosa, imaginándome de quién se trataba, volví a echar a correr. Pero una mano me aferró del brazo. Noté su tacto, diferente al que yo me esperaba; más suave, más blanda, y me detuve sin forcejeos.
        -Déjame sola –Fue lo único que logré balbucear antes de que notara como me daba media vuelta y me hundía en su pecho. Respiré profundamente, inhalando el dulce olor de su perfume por el cual no supe diferenciar de quién se trataba.
        -No, Eve –Dijo la ronca voz -. Ya se acabó, Jessica no te volverá a molestar.
Levanté un poco la cabeza, lo suficiente para que mis ojos llorosos estuvieran a la altura de su garganta. Una cabeza más alta que yo, con pecas ilustradas en la nariz y cubiertas por toda la cara me mirara desde arriba, con sus ojos azules observándome; tan azules que me recordaron a los de Harry, exceptuando que los de Danny, en aquel caso, lograron ser más claros.
        -No se que ha ocurrido… no sé que he hecho, no sé que le habrá dicho Harry, Danny, pero sé que al ser su novia y yo su… amiga –Pronuncié con un intenso dolor en el pecho – no parará hasta verme completamente destrozada.
        -Harry simplemente ha roto con ella, ahora –Pronunció Danny con eficacia. Ennudecí, ignorando la credulidad del tema -. Ella sabe todo lo que pasó en el pasado contigo y Harry, sabe lo peligrosa que eras cuando regresaste y por su puesto sabía el interés que aún tenía su novio contigo.
        -¿Interés?
        -Lo extraño es que no te diste cuenta, Evelyn –Me separó de su pecho, sujetándome con suma delicadeza por los hombros y mirándome, embozando una sonrisa -. Todos sospechamos de que aún sintiera algo por ti. ¿Qué amigo siempre habla de su amiga, siempre se detiene cuando observa rosas azules, o tulipanes? ¿Qué amigo siempre parece desesperarse cuando, por alguna razón, estamos hablando de ti y no le decimos de qué?
        -Pero… -Mi voz se quebró. Mi pecho parecía haberse hundido en un pozo de abismo -. ¿Por qué… por qué ha roto con ella, Danny?
        -¿Por qué no se lo preguntas a él? –Danny me soltó, y antes de que pudiera negarle con la cabeza, oí unos rápidos pasos detrás de él. Las piernas comenzaron a temblarme y las manos empezaron a sudarme.
        -No te vayas, Dan… -Le pedí sin emitir palabra, solamente moviendo los labios. Pero el pecoso simplemente me dedicó una de sus grandes sonrisas, y se dio la vuelta guiñándome un ojo.
        Justo en aquel momento, Harry apareció por su lado. Me cogí de las manos, resbaladizas y sudadas, bajando la mirada hasta el suelo. Esperé las palabras de Harry, esperé que se detuviera junto a Danny, pero cuando creí que haría esto, mi cuerpo recibió un impetuoso placaje de parte de él, aferrándome por la espalda con fuerza, como si pretendiera que no me fuera.
        Me estaba abrazando como nunca. Sentí el rubor en mi piel; sabía que estaría manchándole, con tomate. Sabía que olía a pasta recién hecha, pero el pareció ignorarlo. Por encima del hombro de Harry, vi como Danny se despedía de mí agitando una mano con felicidad.
        -Lo siento muchísimo –Oí decir al batería, susurrándome al oído. Noté sus fuertes manos apartando mi cabello de la cara, noté su mejilla y nariz apoyarse sobre el lado derecho de mi cabeza, y el corazón se me paró -. Yo.. te juro que pretendía que esto no fuera así. Simplemente quería que esto acabase, que ella me dejara en paz.
        -Estoy cubierta de espaguetis –Susurré contra su hombro. Respiré profundamente el aroma de su colonia y dejé que el corazón se me derritiera con él -. Huelo a tomate y mi cabello deberá parecer rastras blancas.
        -Me gustan los espaguetis con tomate y carne picada –Balbuceó acariciando con suavidad mi espalda. Dejé que manoseara, que me trasmitiera su confianza -. ¿Te ha contado Holly o Danny lo que ha…? –Dejó en suspense la frase.
        -No lo sé –Dije dubitativa. Noté como el batería me apartaba suavemente de su torso, colocándome en ángulo perfecto para que sus ojos azules como el mar me fulminaran con un suave resplandor -. Puede que si… o puede que no –Dije con voz débil -. ¿De qué ha.. blas tú?
        Una torcida sonrisa se iluminó en sus labios. Me quedé embobada, contemplándolos. ¿Debía dejarme llevar en aquel momento? Se supone que él ya no está con Jessica, de modo qué, ¿por qué no?
        Una mano rozó mi mentón, y con un suave movimiento acercó mi rostro hacía el suyo. Comencé a notar su calurosa y tranquila respiración en mi cara, su aire siendo mi aire, sus ojos más grandes que nunca, más hermoso, más azules… Su nariz rozó la punta suavemente con la mía, y el acercamiento se detuvo ahí, con mi corazón bombardeando con violencia, mis pies amenazando con perder el equilibrio y con una punzada en la cabeza que lograba disimular su dolor con el sentimiento de la situación.           
        -Jessica ya no es ningún obstáculo –Susurró casi rozando mis labios. Me mordí el labio, sin poder resistir más la tentación de besarle, sin objeciones, sin obstáculos… besarle libremente de una vez por todas -. Te quiero a ti solo, Evel…
        No pude resistirlo más. Le aferré con fuerza del cuello, hundiendo mis dedos en su pequeña coletilla de pelo largo y rompí las dichosas distancias. Mis labios se fusionaron contra los suyos, reventando una bomba de amor en mi interior. Noté como se me estrujaba el estómago, como las mariposas salían liberadas por fin, todas sin poder caber, con un cosquilleo incómodo y frenético en la boca del estómago. Noté la intensidad de su beso, sus manos sobre mi cintura, acercándome a él. Al igual que yo, el desespero.
        Su beso, o mejor dicho, mi beso se intensificó hasta cierto punto en que ambos no pudimos resistir más la falta de aire. Nos separamos simplemente varios milímetros, llenando nuestros pulmones del aire que nos faltaba. Nuestros labios volvieron a encontrarse, hasta que la alarma de la finalización de la comida sonó, provocándome que nuestros cuerpos se separaran, sobresaltados.
        -Yo… -Pronuncié, cogiendo sin percatarme, la camisa cubierta de tomate -. Yo también te quiero, Harry.
        Una sonrisa suave y linda volvió a apoderarse de su rostro. Acarició mi cabello, quitándome los restos de espaguetis que quedaban enredados.
Una nueva punzada, más dolorosa de lo que había sentido antes, penetró en mi cabeza. Fruncí el ceño, me tambaleé mareada. Noté como uno de los brazos de Harry me sujetaba por el hombro, con fuerza, pero sonreí sin darle importancia.
        -¿Qué te ocurre, Eve? –Me preguntó, preocupado.
        -Oh, nada. Debe de ser el cansancio, o la emoción –Añadí sonriente.
        -Quería preguntarte… algo –Frunció el ceño, como asustado. Asentí, notando sus ojos, esta vez sin miedo, todavía con las mariposas a flor de piel, pero resistí y mantuve la conexión visual -. Puede que sea precipitado, obviamente, pero llevo esperando medio años para….
        -¿Para qué, Harry? –Pregunté desesperada,con una nueva punzada en la cabeza.
        -¿Quieres… quieres ser mi novia? –Preguntó muy rápidamente, como si temiera mi contestación. Sonreí, feliz, exultando como nunca, y asentí energéticamente. La garganta se me había secado, los pies parecían apunto de desmayarse, las piernas me temblaron de cierto modo que me sentí rídicula.
        Pero justo en el momento en que estuve apunto de gritar mi sí, justo cuando noté como el cuerpo de Harry se convulsionaba sorprendido y feliz, preparado para abrazarme e incluso besarme, un nuevo pinchazo en la cabeza hizo fallar mis piernas. La vista se me nubló, noté como mis párpados caían rendidos y sin fuerzas y me desmayé sin conocimiento.

lunes, 30 de julio de 2012

107. El cuenco de espaguetis

El final del fic está empezando a verse. Aún no sé como terminarlo, es un comecocos, pero sea cual sea el final intentaré hacerlo... ¿emocionante?

Muchas gracias a las personitas muggles que me leen! :) 




El lunes llegó con retraso para mí. Me había pasado los dos últimos días encerrada en Harrow, sin querer salir por miedo a verles.
      A Harry, por miedo de encontrarme su mirada cargada de sentimientos, esta vez correspondidos pero con un pesado obstáculo por en medio, y tan lejos de mí que se me encogía el corazón de solo pensar que tendría que conformarme con esta situación, tal vez, hasta que su relación se quebrara.
      Y a  Jessica, con el miedo de acordarme del beso, de sentirme arrepentida pero también furiosa con ella. De compadecerme, de explotar de celos e ira, o simplemente de lágrimas dolorosas y confusas.
      De modo que me aislé en mi habitación, en las manzanas más cercas de casa, con mi réflex, o simplemente, con un libro. Dejé que Alex les comunicara su marcha a James y Debbie, y él respetó mi soledad, aprovechando para formar sus maletas. Tom fue el único que insistió en que habláramos, y de poco sirvió. Una vez más, logró hacerme sentir mejor, pero era difícil cuando mirabas a la realidad sin un hoyuelo por en medio.
      Alex se despidió de sus ídolos, prometiendo que volvería si le invitaban a un concierto, y al conseguir la promesa, el domingo se marchó de la isla inglesa, hacía el sur. Sabía que le añoraría.
      El lunes, las primeras horas, el almuerzo, pareció ser un día normal y corriente. Tranquilo, con la intimidad que necesitaba para contarle todo a Brooke de lo que me había pasado. Ella, al igual que mi hermanastro, había intentado hacerme ver los lados positivos, pero, ¿de que servirían palabras frente a la realidad?
      A la hora de la comida, busqué nuestra distinguida mesa en el comedor. Estaba cubierta de grafitos sobre el plástico, hechos el año anterior por los chicos y nosotras. Sonreí, mohína, y me senté sola, esperando a los demás. Normalmente era yo la última en llegar. Removí con el tenedor mis espaguetis varias veces, esperando, pero no llegaban.
      Extrañada, levanté la mirada entre la muchedumbre. La puerta que daba al vestíbulo estaba cerrada, el bullicio tranquilo como siempre, los profesores en su mesa, hablando en cuchicheos y…
      Justo en mi análisis, la puerta que conectaba con el vestíbulo se abrió de golpe. Las miradas de riña de algunos profesores observaron a la chica de cabello castaño que corría rápida como una bala, pero pronto la ignoraron. El resto de la sala siguió ignorándola, y cuando por fin la vi con más claridad, ahogué una suave exclamación de sorpresa cuando Holly corría directa hacía mí.
      -¡Evelyn! –Gritó parándose enfrente mía. Su cabello estaba revuelto debido a la corrida y le costaba respirar -. Tienes que venir… rápido. Danny, Dougie, Tom y Harry han venido. Harry… Harry estaba hablando con… Jessica, y de repente, se ha puesto como… como una motosierra.
      -¿Quién? –Pregunté alarmada, aferrando mi cuenco de espaguetis con más fuerza.
      -Jessica –Me cogió de la muñeca libre y estiró de mí -.¡Ven, rápido!
No dude. Eché a correr todo lo deprisa que pude, detrás de ella y pisándole los talones. No solté en ningún momento mi cuenco; sabía que si lo dejaba abandonado en la mesa y si no volvía rápido, podía ganarme una buena reprimenda.
      Cuando abandonamos el comedor, un vestíbulo con doce o más personas hablaban cerca de la puerta. En realidad, solamente tres de ellas hablaban, pero lo hacían con tanta fuerza, que parecía que hubiese un griterío entre ellos. Eran Jessica, Harry y… ¿Lily?
      -¿Con qué de esas vas? –Bufó Jessica, dándole un empujón por el pecho al batería. Este permaneció impasibles, y cuando caminé muy lentamente hacía ellos, su mirada captó la mía. Fue un error; en aquel momento, Jessica la siguió y me encontró -. ¡Tu! –Gritó furiosa.
      Lo sabe, fue lo único que logré pensar antes de que se acercara a grandes zancadas rabiosas a mí. Danny fue quien intentó aferrarla, pero la pelirroja logró librarse de sus manos con arañazos y caminó más deprisa hacía mí. Di un paso hacía atrás, tambaleándome y con miedo.
      -¡Es tú culpa! –Gritó muy cerca de mí, y noté como mis oídos chirriaban. Sin ver con claridad, noté su empujón sobre mi pecho, haciéndome daño. Resistí la rabia, más que nada, por mi desconcierto -. ¡Todo!
      -¿Qué ocurre? –Intenté decir tranquila.
Vi con claridad los ojos de la pelirrojas, húmedos, derramando lágrimas. Olvidé su rabia, su empujón y por un momento me sentí arrepentida. Sabía que tenía que ver con Harry, obviamente, pero, ¿qué? ¿Él se lo había contado? No… no podía haber hecho eso.
      -¡Qué que ocurre, dice! –Gritó la voz de Lily, acercándose -. ¡Vamos, Jessi, pégala!
      -¡No! –Oí la voz al unísono de Harry y Brooke, sus pasos acercándose.
Pero cuando la pelirroja se movió, me mantuve quieta, esperando su golpe. Se que debería defenderme, pero, ¿cómo? ¿Golpeándola yo a ella? No.
      Pero tan pronto como vi que su puño no iba directo a mi cara, si no a mis manos, noté como se apoderaba de mi cuenco de espaguetis. Tan pronto como empecé a sentirme segura, una masa de pasta con tomate y carne picada cayó sobre mi cabello, y unas finas tiras blancas aparecieron como obstáculos en mi vista.
      Me miré la camisa, cubierta de tomate, y no quise imaginarme como estaría mi cabello. Mi cara ardió de ira, pero lo único que logré hacer, fue apartar a la pelirroja de un empujón y salir corriendo hacía los pasillos.
      -¡Así estarás un poco más decente! –La oí gritar, y cuando mi cara dejó de ser vista, rompí en lágrimas dolorosas.


domingo, 29 de julio de 2012

106. Te equivocas




Mi corazón parecía estar a punto de explotar, un cosquilleo en los pies me hacía correr el peligro de parecer imbécil ante cualquier movimiento que hiciera. Pero justo cuando caía en un mundo de nubes, feliz, una tormenta iluminó mi mente.
      Le acaba de ser infiel, fue lo primero que pensé. Se me encogió el corazón de pena. Él estaba con Jessica, ya había abierto una brecha en su relación, y yo era la causante de esto. Intenté separarme, pero mis músculos no me respondían. Tras unos segundos que parecieron lentos y rápidos, noté como sus manos se separaban de mí. Mis ojos se abrieron lentamente, descubriendo los suyos: grandes, azules, y sobre todos, brillantes y húmedos.
      Con una zancada grande y unida con un suspiro exasperado, Harry creó distancias entre él y yo. Respiré, cogiendo aire, ruborizada, asustada y sintiendo un gran vacío en el interior. El miedo llegó a mi cuerpo, unido a la idea de que pasaría ahora.
      -Yo lo sabía –Dijo de repente, respirando entrecortadamente. Noté su supuesta tranquilidad, pero sus ojos estaban nerviosos como los míos -. Todos… todos me decían que no, que solamente era tú amigo. Pero el día del concierto, cuando apareciste con él, cogiéndote en brazos yo sabía que había algo de química entre vosotros.
      Pasó una mano sobre su pelo, deshaciendo su cresta y revolviéndolo todo. Su mirada se apartó de la mía, nerviosa y la posó sobre la ventana alta, alejada de nosotros. Nadie nos habría podido ver a través de ella, y con un poco de tranquilidad, suspiré aliviada. Nadie parecía haber visto aquel… beso.
      -¿Estabas celoso de Alex? –Pregunté de repente. Mi voz se quebró al pronunciar el nombre de mi amigo, y me arrepentí del falso beso minutos de antes.
      -Yo sabía que él era algo más que un amigo –No me contestó, pero sus ojos me observaron nerviosos -. Me sentía culpable por haberte… sustituido, supongo, durante tu ausencia por Jessica. ¡Pero tú también lo hiciste!
      Una lágrima se escapó de sus húmedos ojos, una sola lágrima que no pudo resistir más, pero fue suficiente para que en mis ojos comenzaran a formarse balsas desbordantes. Tenía un nudo en el estómago, como si el arrepentimiento me lo estrujara. Sabía que él se equivocaba, pero yo también lo había hecho.
      -Yo te sustituí por nadie –Dije en un hilo de voz.
      -¡Sí, si lo hiciste! –Un sollozo se escapó de su voz, pero respiró hondo y volvió ha hablar, adusto -. Pero supongo que es lo justo, ¿no? Ya no sientes nada por mí, intentaste decírmelo con tu silencio el otro día, en la universidad… -Sus ojos volvieron a encontrarme -. Lo respeto, lo sé. Pero.. ¡yo lo sabía!
      -¡Pues te equivocas!
      -No, Evelyn, lo entiendo –Intentó frotarse los ojos de forma disimulada, pero saltaba a la vista. Di un paso hacía él, titubeando, pero él simplemente se quedó impasible -.Yo… yo te quiero, y lo sabes. Siento lo del beso, no podía soportarlo… seis meses sin besarte, llevo todas estas semanas queriendo hacerlo, pero… no era justo para Jessica. Pero ahora no he podido controlarme… -Sus ojos volvieron a encontrarme -. Lo siento, habría tenido que respetar tú relación con Alex y tus sentimientos.
      -No tengo nada con Alex, ¡no siento nada por él! –Estallé. Esta vez fueron mis lágrimas las que se resbalaron -. Dios, ¡estaba observándote, y de repente besuqueas a Jessica! –Noté como apretaba sus labios. Tenía razón. -. Ni yo misma pude controlarme. ¡Contraataque, Harry, fue un contraataque! ¡Y Alex simplemente me ayudó porque él mismo sabe…! –Callé. ¿Tenía que decírselo? Pero, si lo hacía, ¿con qué palabras?
      -¿Sabe? –Dio un pequeño paso hacía mí.
      -Sa… sabe lo que sentía por ti y… -Sacudí mi cabeza, reventando en una explosión que no pude controlar al final -. ¡Joder Harry! ¡Yo también te quiero!
      Sus músculos se crisparon y noté la estupefacción en su rostro. Sus ojos parecieron tranquilizarse, al igual que su respiración, y su ceño se frunció levemente. Noté como él color de mi cara aumentó, noté la vergüenza y apenas mis músculos que se negaban a responderme.
      -¿Cómo? –Fue lo primero que gesticuló -. Pero tú… no me dijiste nada antes.
      -Por Jessica. ¡Estás con ella, la quieres! Yo no quería que lo vuestro terminase, yo solo quiero que sigas así… feliz.
      -¿Feliz? –Carcajeó -. En los últimos seis meses no lo he llegado a ser. Por Dios, Evelyn, por mucho que sienta hacía Jessica no supera lo que siento por ti –Sus pasos se aproximaron rápidamente, y me abrazó con firmeza, hundiéndome en su pecho con sus fuertes brazos enroscados en mi espalda -. Dios mío… ¿De verdad me quieres? –Asentí, aún ruborizada -. ¡Já! Esto… esto no es como me lo había imaginado.
      -Ni yo –Carcajeé. Noté su mano rozar mi mentón, y sin evitarlo levanté mi mirada hacía su cara, apenas unos centímetros de la mía. Evoqué antiguos momentos, medio año atrás. Quería repetirlo, pero tal como le parecía a Harry, no me parecía justo para ella -. Jessica…
      -No, ahora no la recuerdes –Dijo, analizándome con sus ojos azules. Mi corazón volvió a agitarse, loca por él, loca por todo lo pasado y loca por lo que quería que pasase -. Ya es bastante duro, difícil… déjame disfrutar de esta sensación.
      Asentí. No quería que se fuera, que me dejara de nuevo perdida en una tormenta. Quería que se acercase más, que me besara, que no se separase nunca… pero no podía ser. Noté su nariz rozando la mía, con un cosquilleo en todo mi rostro. Su frente contra la mía y sus labios cerca de los míos, muy cerca.
      -Yo no quiero ser una especie de… -No pude terminar. Resistirme a sus besos era doloroso.          
      -Amante –Asentimos a la vez -. De acuerdo -. Y sin más, volvió a abrazarme con tanta fuerza que incluso lo noté lejos, muy lejos, inalcanzable para mí.

sábado, 28 de julio de 2012

105. Cosquilleo en los pies





No me di cuenta de lo que hice hasta que encontré mis labios presionados sobre mi amigo, Alex. Resistí la tentación de aparte, permaneciendo gracias a mi orgullo. Mi estómago permaneció impasible, sin mariposas, sin hormigas que despertaban. Me confirmé aún más de mis sentimientos. Aquello que sentía cuando besaba a Harry solamente lograba provocármelo él.
      Me separé de él con cuidado. De alguna forma, notaba la mirada de Harry. No me giré por seguir su juego, y mis ojos se encontraron con los verdes de Alex. Sabía de su desconcierto, y también de que aquello no había despertado ninguna sensación en él.
      -Mantente cerca –Le pedí en un susurro dejando descansar mi mano sobre mi hombro.
      -¿Evelyn? –Frunció el ceño -. ¿Qué haces? Justamente te estaba diciendo de que me he enamorado de una chica de España, y va y me besas… -Arqueé las cejas, advirtiéndole de alguna forma que aquello no era nada serio -. ¿A que ha venido eso?
      -Es por Harry –Rechisté cuando vi que sus ojos estuvieron a punto de mirarle -. ¡Para, no le mires! Se había percatado de mi mirada observándole y ha comenzado a besar a Jessica, sabiendo que yo le observaba… ¡Y no son alucinaciones mías!
      -¿Y por eso me has besado?
      -Es un juego de celos, supongo –Me encogí de hombros -. Por favor Alex, ayúdame. Te juro que esto no es nada serio, es simplemente… -Recurrí a la necesidad de contarle lo ocurrido en el pasado -. Harry me confesó el otro día de que aún sentía algo por mí, pero no tuve tiempo para decirle que yo también. Paso de Jessica, paso de las objeciones. ¡Le quiero! Pero justamente cuando hoy iba a decírselo, le encuentro con ella y le besa de forma de reprocha hacía mí. ¡No voy a quedarme tan indefensa ante su ataque!
      -¿Y por qué no vas y…?
      -Orgullo.
      -¿Y ahora qué? –Su entrecejo se frunció. Resultaba un esfuerzo para mí besarle, sabiendo que era mi amigo y que entre nosotros no había nada. Yo no era de esas chicas -. Seguir el juego – Adivinó mientras asentía.
      -Por favor, ayúdame…
Sin decir nada y poniendo los ojos en blanco, se acercó a mi y me volvió a besar. Gracias, pensé. Intenté hacer que el beso pareciera más real, moviéndolo con ritmo, pero allí no había sentimientos. Recé para que Harry no notara la falsedad de aquel beso, y me mantuve aferrada del cuello y hombro a Alex. Él hacía rodeado mi cintura, y en vano también había intentado hacer parecer más real el beso. En vano.
      Los labios suyos se separaron, y ambos aspiramos el aire que nos faltaba. Mantuvo su frente junto a la mía, y noté como sus ojos intentaron observar a través de mi cabello castaño suelto.
      -Se ha separado de Jessica –Susurró -. Parece enfadado.
      -Perfecto –Sonreí victoriosa. Bajé mis brazos de él y los dejé muertos. Él me imitó, con algo de falso cariño y me frotó la mejilla -. No puedo creer que haya hecho esto… ¡Algún día tendrás que recompensarme este favor!
      -Desde luego –Suspiré. No me atreví a girarme, no quería estropear la situación. Si quería hacer parecer esto más real, tenía que fingir -. Creo que me voy a que me de el aire. Supongo que esta noche no conseguí el propósito que quería.
      Alex asintió, y sin cariño y para acabar el favor, me depositó otro suave beso en los labios. Atravesé la muchedumbre y logré llegar hasta la puerta de salida que estaba abierta.
      El jardín se mantenía más brillante que cuando vine. Unas luces descansaban entre la hierba y lo iluminaban de forma resplandeciente. Estaba abandonado, sólo e incluso mágico. El frío aire helaba mi piel, y el olor de lluvia recién caída me trajo el agradable aroma de naturaleza. Respiré profundamente, y cruzándome de brazos, me mantuve cerca de la pared, apegada a las flores y arbustos.
      Pero en mitad de la tranquilidad, con la música de fondo, lejana y casi abandonada que salía de la casa, unos rápidos pasos en el césped me alertaron de la presencia de alguien más. Y supe que venía directos hacía mí. Ya en la esquina de la vaya de madera, apegada a la pared de ladrillos blancos, me giré lo más rápido que pude. Pero en aquel momento, mi corazón grito asustado cuando mi rostro se vio aferrado por unas grandes manos que me detenían. Y en aquel escaso segundo, unos labios me aferraron.
      Creí durante una milésima de segundo que eran los de Alex. Pero unas mariposas despertaron en mi interior y el estómago comenzó a darme cosquilleos. Sin abrir los ojos que se habían cerrado automáticamente, sonreí aún presionada sobre aquellos fríos labios, que, tal como sabía en mi interior, eran los de Harry.

viernes, 27 de julio de 2012

104. Ataque y contraataque




El viernes llegó con lento pero rápido. Algo demasiado extraño, trayendo consigo los nervios que me hacían dudar de mi valentía. Pero aquella misma mañana, antes de ir al campus junto a Alex, Danny se tomó la molestia de acercarse a Harrow para darnos nuestra invitación personal. Yo acepté rápidamente y encantada, pero Alex dudaba de si aceptar. Finalmente, yo decidí por él.
      -¿Realmente lo harás? –Me susurró Dougie mientras nos detuvimos en el césped de la casa Judd.
El corazón me palpitaba violentamente. Parecía un anochecer perfecto, tranquilo, nublado como todos los días en Londres, pero yo sabía que algo iba a salir mal. O es que ya me había acostumbrado a este sentimiento de prejuicio. Bajé la vista con un resoplo mientras observaba el césped húmedo, con la niebla baja aún rondando entre la hierba. No, no confiaba en mí para hacerlo, pero, ¿si no lo hacía, que vendría después de esto?
      -Tengo que hacerlo, quiero hacerlo –Dije con un susurro. La gente comenzaba a entrar en la blanca casa de dos pisos. La música ya se escapaba por la puerta abierta para el público y las luces de dentro iluminaban el césped que empezaba a oscurecerse -. ¿Debería detenerme?
      -No –Murmuró Dougie con firmeza. Sus ojos azules me observaban irradiando confianza -. Yo sé que puedes hacerlo, al fin y al cabo, las cosas buenas llegan a las buenas personas, ¿no?
      -¿Y esa frase? –Carcajeé débilmente.
      -Danny –Sus ojos rodaron -. Mira Mrs.Weird, tu amigo Lizard te aconseja lanzarte ahí, ignorar a la arpía de Jessica que sin duda estará atenta a cualquier movimiento tuyo y te aconsejo de que sueltes de una vez todos los sentimientos.
      -¿Pero y si esto sale mal?
      -¿Qué más da? Conocerás a más chicos, ¡Harrow y Londres está esperándote! –Gritó agudamente, achinando sus ojos. Sonreí, callando que yo no pensaba tan positivamente como él -. Evelyn, no puedo darte buenos consejos. Al fin y al cabo yo siempre he sido tímido respecto a este tema. Holly… tuve muchísima suerte de conocer a Holly, de estar ahora con ella. Solamente te puedo decir que si ambos queréis estar juntos, lo conseguiréis –Me abrazó con firmeza, hundiendo mi rostro sobre su pecho plagado de colonia.
      Dougie siempre había conseguido hacerme ver el lado divertido a todo. A pesar de que mi corazón estaba a punto de salirse de mi pecho, logró tranquilizarme. Juntos, caminamos hacía la muchedumbre que entraba a trompicones a la casa. Intenté permanecer cerca de él y de Holly, pero una vez dentro, en cuanto me giré para encontrarme, ambos se habían esfumado.
      Estaba sola, y tenía un asunto pendiente que atender.
No sabía si era a causa de la cantidad de gente que había, de apenas el espacio que tenía para moverme, pero la casa me pareció enorme en aquella vista. La noche caía en picado y las luces cada vez iluminaban más. Fui hacía el salón, lo busqué con la mirada, pero allí no había nadie. Recorrí toda la casa, una y otra vez, subiendo y bajando la escalera que conectaba con el piso superior, pero lograba encontrarme con todos menos con él.
      Está ocupado, con Jessica. Fue como logré justificar. Con un dolor en el pecho al ser esa la única justificación que lograba asociar, bajé de nuevo las escaleras para mezclarme en el baile.
      -¿Evelyn? –Oí detrás mía. Alex se acercaba a empujones desde donde estaba, y tras codazos logró ubicarse delante mía -. Vaya, que difícil es encontrar a alguien aquí –Asentí, silenciosamente -. ¿Te ocurre algo?
      -¿Has visto a Harry? –Pregunté con un último hilo de esperanza.
Y para mí alegría, Alex asintió. Rodó sobre sus talones, y extendiendo su dedo índice entre la multitud y disimuladamente, me señaló a la chimenea, no muy lejos de donde estábamos.
      Pero mi alegría se esfumó en el momento en que diferencié la cresta castaña. Harry Judd se situaba casi apartado de la vista de los demás, muy cerca de su novia y ambos mirándose tiernamente, con las frentes juntas. Reprimí un suspiro melancólico y me volví hacía Alex, impasible.
      -He dado mil vueltas a la casa buscándole y resulta estar más cerca de lo que creía.
      -¿Buscarle para qué? –Preguntó curioso. Simplemente me encogí de hombros, situándome en una posición en la que observar al batería por el rabillo del ojo -. Eve, quería comentarte una cosa.
Apenas era consciente de que Alex me hablaba. Le observaba, pero al mismo tiempo, mis ojos se volvían con inercia a la persona que se mantenía parada cerca de la chimenea. Había anochecido del todo, pero una lámpara situada encima de él se encendió y lo iluminó más para mis ojos.
      -Voy a volver a España –Asentí, y mis ojos le observaron con el ceño fruncido -. Agradezco mucho la hospitalidad de Debbie y tu padre, pero creo que el amor ha llamado a mi puerta de la casa de España –Rió con picardía -. Sé que es extraño, pero resulta que..
      Mis oídos dejaron de escucharlo cuando, como si su mirada perforara, noté una leve sacudida de Harry por el rabillo del ojo. Giré cuidadosamente la cabeza, intentando pasar desapercibida, pero mis ojos se encontraron con los suyos. Tan impasible, tan resaltantes, tan significativos para mí que se me encogió el corazón cuando, aún observándome a través de la multitud, se acercó más a su novia y la besuqueó.
      Lo está haciendo queriendo, pensé. Y no dudaba de mis palabras. Sus ojos se cerraban y se abrían, pero para mi sorpresa se dirigían a mi. ¿Pretende darme celos? No lo conseguirá. Pero mi corazón no pensaba lo mismo. Se me encogió de rabia, celos y tristeza al verle. ¿A que jugaba? ¿Qué pretende? No te rindas, Evelyn. Pero no podía resistir. No vayas allí, no les separes. No se lo dejes tan fácil. ¡Está actuando sucio!
      Pero sin evitarlo, bajo la presión de sus centellantes ojos azules y mi corazón rebosando de rabia, me volví de golpe hacía Alex, quien seguía hablando inconciente de mi indiferencia hacía él, y sin pensar en lo que hacía, aferré su cuello y le besé.

jueves, 26 de julio de 2012

103. Thomas Michael Fletcher


I KNOW IT!! Este capítulo es muy aburrido, pero últimamente me siento... abandonada en lectores de fic(?) Aunque tengo el presentimiento de que alguna personilla aún me lee, alguna que puso su voto :3 Muchas gracias, aún así! :D






La figura de Tom se detuvo a mitad paseo entre mi cómoda y la pequeña ventana ahora cerrada, previniendo de mosquitos sedientos que hacían su ronda por la noche para chupar sangre, tal y como vampiros.
        -Lo sabía, lo sabía –Concretó secamente mientras saltaba a mi lado, haciendo saltar la cama -. Yo ya sabía que no era capaz de olvidar lo que sentía en medio año, y más sin verte.
        -No me dijiste nada.
        -No estaba convencido, y no quería ni herirte ni nada –Desvié la mirada, dolorida. Titubeando, Tom se acercó con cuidado y me rodeó con sus brazos, trasmitiéndome aquel apoyo, como si fuera un hermano para mí -. Pero no lo entiendo, Eve. ¿Dónde está el problema? Porque… ¿Tú aún le quieres, no?
        -Tú mismo has dicho que puede ser capaz de olvidar en medio año, sin verse. ¿Crees que yo si que soy capaz? –Con un suave roce, noté la negación de Tom sobre mi pelo. Con un nuevo sollozo, mi cuerpo tembló apoyado a su pecho -. Le quiero, sí, ¡obvio! Pero él está con Jessica.
        -Pero…
        -Pero no es tan fácil. Yo sé que se quieren, el mismo me lo ha dicho en pocas palabras, y no quiero ser una interferencia en su relación. No quiero correr el riesgo de que tal relación se corte por mi culpa, porque no lo soportaría.
        -¿Y si resultase que Harry te prefiriera a ti antes que a ella? –Susurró con cautela.
        -No es así. Imagínate estar en su lugar, amar a dos personas, tener que elegir. A una le prometiste esperarla, pero durante la espera, viendo que no pareció muy interesada en ti, te enamoras de otra chica que si te corresponde. Y de repente, la chica se marchó regresa, hiriéndote –Con cuidado, me separé de él -. ¿Qué harías?
        -Pero él sabe que tu le quieres también, así que…
        -Él se supone que no sabe nada, Tom –Mi hermanastro frunció el ceño, desconcertado -. Yo… he evitado contestarle. No puedo decirle que sí, a causa de Jessica, pero tampoco puedo mentir diciéndole que no.
        -Estás en las mismas de cuando te fuiste –Aportó sereno -. ¿Vas a volverte en contra de tus sentimientos de nuevo? Entonces dime, ¿qué será lo próximo que pasará? ¿Qué quieres, que transcurra el tiempo y cada vez sea más y más tarde? –Mi garganta se secó al momento, incapaz de hablar -. Dile de una vez lo que sientes, y que él elija lo mejor que crea que será para él. A fin y al cabo eso es lo que quieres; que él sea feliz.
        Asentí con cuidado. Las palabras no fluían por mi garganta, mi cuerpo se había convulsionado y solamente podía hacer que descansar sobre mi hermanastro. Solamente él y Brooke eran los únicos que sabían de mi situación, pues eran ambas personas que habían estado más cerca en el momento de la incertidumbre. Pensé en contárselo a Dougie, pero deduje de que Harry, siendo él su mejor amigo, no tardaría en enterarse. ¿Y en Alex? No, esto era algo que superaba nuestro nivel de amistad.
        -No te gustan las fiestas, ¿verdad Evelyn? –Sacudo la cabeza, cabizbaja.
        -Prefiero evitarlas seguidamente, ¿por qué?
        -Danny y Dougie, al no estar en la obligación de asistir al campus este año, están tomándose su libertad, fuera del horario de la discográfica, claramente, demasiado liberal –Fruncí el ceño, sin entender -. Prepárate para fiestas. Al fin y al cabo, Stela y Lily son iguales a ellos.
        -Conmigo no contéis –Contesté con antelación -. Últimamente tengo demasiados dolores de cabeza cómo para subir el volumen a la tranquila música y cambiarla por electro.
        -¿Y entonces cuando hablarás con Harry? –La mirada pícara del guitarrista volvió, acompañada del travieso hoyuelo que se escondía en su mejilla derecha -. Me parece que con todas las tareas de clase y el horario de clase y discográfica de por el medio, no podrás sacar tiempo de entre las rocas.
        Suspiré, justo en el momento en que los suaves golpecitos de Debbie en la puerta nos avisaron de que era horario de cenar. James había abandonado su dichosa campanita ruidosa a causa de las exigencias de su novia. Ni a ella, ni a sus dos hijos ni a mi nos gustaba que ese tintineo sonara a cada comida, y menos aún, a cada hora debido a las sacudidas de viento que se colaban a veces por la ventana. De modo que la campanita desapareció.
        -No se me da bien confesar mis sentimientos –Añadí con rapidez -. Pero supongo que es lo que hay –Levanté la mirada hacía él y con un último suspiro añadí: -La próxima fiesta.
        -Viernes, en casa del mismísimo Harry, en Essex –Las cejas de Tom se arquearon, pícaras de nuevo. Yo simplemente solté una carcajada.
        Mi hermanastro se levantó, y extendiéndome una mano, la aferré con firmeza. Juntos regresamos al salón, dónde el tiempo parecía haberse acelerado. Ya todos estaban sentados, cenando, excepto la figura de Alex que se mantenía apartada de los demás, sumergida en su propia burbuja. Conversaba por teléfono, con una sonrisa sobre sus labios. Fruncí el ceño, y miré a mi hermanastro con confusión. Cómo si habláramos por miradas, sentimos curiosidad de saber quien era el o la causante de aquella media sonrisa.

miércoles, 25 de julio de 2012

102. No ser parte de un desliz


¿Qué preferís? ¿Un feliz o trágico final?


        


 -Te quiero –Pronunció con media voz, sin apartar sus centellantes ojos azules de mí. Desvié mis ojos, sin captar el sentimiento que venía en aquellas dos palabras.
          Lo has imaginado, pensé. Noté como el corazón se me salía por la boca, y mis palabras pedían ser liberadas y escupidas cuanto antes. Pero no podía decirle que yo también le quería, no podía decirle que estos últimos seis meses habían sido un tormento y menos aún, no podía soportar la idea de creerme sus palabras siendo pareja de Jessica.
          Mis palabras no salían de mi boca, el tiempo pasaba, los nervios de Harry intensificaban al igual que el dolor de vientre mío y sabía que ambos éramos conscientes de que nuestro preciado tiempo de aquel momento se agotaba con ligereza.
          -Te quiero, tanto que ni siquiera puedo pensar con claridad. No puedo evitar sentirme dolorido por estar con Jessica, no puedo pasar por alto lo que siento por ella pero menos aún puedo fingir sentir algo por ti. Aunque hayan pasado seis meses,aunque hayan ocurrido un montón de cosas, mis sentimientos no han cambiado, sino que han aumentado. ¡Lo único que ha conseguido la distancia y el largo tiempo pasado simplemente me ha hecho que te ame más –Su voz se quebró al final he incluso noté el llanto desesperado en su voz.
          No puedes lanzarte a decirle lo que sientes.Después de las palabras sabes que vendrá, y él tiene novia, volví a recordar. Respiré entrecortadamente, con el pecho palpitándome con fuerza amenazante y dije con un hilo de voz:
          -Estás con Jessica.
          -Ya lo sé, ¡ya lo sé! –Zarandeó sus brazos con desespero mientras sus ojos se cristalizaban. Sollocé, dolorida, machacada por la impotencia y supe que no resistiría mucho a aquella pesada resistencia que estaba haciendo -. Pero quería que tú… supieras lo que sentía por ti.
          -Vaya –Carcajeé  entrecortadamente -. La verdad es que creía lo contrario.
Sus ojos me analizaban con cuidado, penetrantes, suaves, pero sobre todos notaba como pedía una respuesta. Pero no, me negaba a formar un desliz en su relación, porque sabía que ocurriría si le decía que yo también le quería, y con locura. Pero no podía ser capaz de decirle que no lo amaba,porque entonces no solo estaría haciéndole daño a él, sino que a mi también.
          -Tenías razón –Admití mientras una lágrimas se deslizaba cuidadosamente por mi mejilla -. Si aquel día, el día en que me fui te hubiera dicho lo que sentía en el pasado, ahora puede que no hubiera ninguna Jessica por el medio, puede que esto no fuera tan doloroso –Frunció el ceño. Intentaba leer en mis palabras las respuesta sobre mi sentimiento, pero ni yo misma había sabido decírselo dentro de una frase –Lo siento muchísimo,yo no quiero que esto sea tan…
          Callé al momento que vi como daba una zancada hacía mi y se acercaba a mí.Por un momento,el corazón se me paró, mis manos empezaron a sudar instantáneamente cuando creí que me iba a besar. Pero no, respetó  la falta de mi respuesta, respetó incluso a su novia y me rodeó con sus corpulentos brazos, fundiéndome en un abrazo.
          Pero una parte de mí, desesperada y frenética pedía más. Quería ignorar a Jessica, besarle, decirle aquellas palabras que se estaba ahorrando. Pero cuando creí que no resistiría más, el débil chirrido de la puerta principal hizo brotar nuestro miedo y nos separamos velozmente.
          Brooke asomó su cabeza,alerta.
          -Jessica se está acercando.
Mis ojos volvieron a encontrar a los de Harry. Quería seguir hablando, quería acabar lo que no podía terminar, pero con un esfuerzo susurré.
          -Será mejor que Brooke y yo nos vayamos.
          -Será mejor que nos escondamos y salga Harry primero –Contradijo la rubia entrando y cogiéndome del brazo -. La conozco,y si nos ve salir a los tres a la vez, pensará mal, muy mal.
          Suspiré de forma mohína una vez más, y con un breve pero melancólico adiós,me despedí de Harry. Corrimos todo lo que pudimos hacía los baños de mujeres cuando justamente la puerta volvía a chirriar al abrirse.

domingo, 22 de julio de 2012

101. Sin orgullo





La fiesta resultó ser un exitazo para los demás, pero por el contrario, Alex y yo estuvimos esperando la hora de finalización para marcharnos. Al parecer y según me había contado mi amigo, él estaba encantado con el país, sus ídolos y sus nuevos amigos. Pero sentía un extraño vacío de incomodidad en el pecho, el mismo que yo había sentido mis primeros días en Cambridge y Harrow. Y solamente podía llenarlo la confianza que lograra hacer con los ingleses.
        Finalmente, la fiesta tocó a su fin y la casa de Katherine se fue vaciando poco a poco. Tom fue uno de los que más tardó en marcharse. Había decidido estar un poco más en la casa, junto a Danny, Brooke, Cole, Katherine y mi favorita pareja de Harry y Jessica. Mientras tanto, le había pedido a Alex mantenernos fuera, alejados del grupo. Él exigió una explicación para estar ausente, y sin resistencia, le conté lo ocurrido con Harry.
        Y cuando el fanático de Star Wars decidió que era hora de marcharse, a paso ligero caminé hasta su mini, evitando la mirada de Harry que sospechaba, estaba clavada en mi nuca.
        El día siguiente me lo pasé en reposo, de nuevo bajo el dolor de cabeza. Había estado todo el día durmiendo, encerrada en mi habitación y dejando solamente que entrara Debbie y Tom. Mi padre solamente lograba enfurecerme cuando estaba enferma, por lo que decidí que era mejor no verme ni hablarle aquel día.
        Y al siguiente, un nuevo día de clases agotadoras me esperaba. Había logrado adaptarme a las clases como la última vez, había logrado soportar a Jessica sentada en la misma mesa, a Stela también, pero no había logrado que Lily me cayera muy bien. Simplemente la ignoraba, al igual que ella a mí. Brooke y yo solíamos intercambiar comentarios hostiles sobre ellas dos en la única clase que compartíamos, biología, pero manteníamos a Jessica a raya. Sabíamos que odiarla más solamente iba a empeorar las cosas, de modo que nos sellábamos los labios cuando el impulso de sacarle defectos quería salir.
        -¿Piensas volver a dirigirle la palabra a Harry? –Me preguntó aquel día mientras cruzábamos ya los desiertos pasillos con taquillas azules para salir del edificio.
        -¿Tengo que pedir disculpas yo? –Susurré arrogante. Sabía que su indiferencia hacía mí había sido a causa de mi reproche, pero mi orgullo había regresado conmigo de España -. Soy demasiado orgullo...
        -Acabarás rindiéndote.
        -¿Por qué lo dices?
        -Cosas del amor, Eve –Dijo mientras bajábamos lentamente las grandes escaleras para llegar al vestíbulo -. El amor supera al orgullo, supera al prejuicio y a todo. A no ser, claro, de que hayas vuelto a equivocarte con tus sentimientos como en Dougie.
        -Lo de Dougie fue diferente, muy diferente –Dije adusta -. Puede que tengas razón, también me conozco, pero…
        -¡Sh! –Me chistó para que me callara, y sus ojos verdes-castaños me atravesaron con advertencia.
Fruncí el ceño, observándola y volví mi cabeza hacía el otro extremo de la sala. Mi corazón se relajó cuando vi aparecer de otro pasillo a dos figuras, caminando con elegancia mientras reían por lo bajo. Llily y Jessica. Volví a mirar a la rubia, pero esta tenía la mirada clavada en la puerta principal, abierta y dejando que algunos rayos solares que se filtraban por las nubes iluminaran su rostro. Supe que no me había mandado callarme por las chicas, y siguiendo su mirada, mi corazón superó el nerviosismo anterior.
        Harry Judd esperaba, apoyado sobre la pared de al lado de la puerta, a alguna persona. A Jessica, supe, aunque su mirada observaba con atención el suelo, el cual brillaba nítido y seguramente hacía reflejar su imagen turbia. Suspiré, intentando relajarme para pasar indiferente hacía él.
        En aquel momento y con un chillido que reconocía ocasionalmente, Jessica le llamó. Él levantó su cabeza, viendo acercarse a su novia a paso ligero, pero su cabeza ladeó un momento y nos observó, a Brooke y a mí, acercándose a la puerta.
        Para mi mala suerte, Jessica llegó hacía él antes que yo, e inevitablemente presencié un beso y la escena que iban a presenciar.
        -¡Harry! ¡Qué sorpresa que estés aquí! Nunca vienes a recogerme, ¿cómo es que…?
        -He venido a hablar con el profesor Collins sobre unos temas del año pasado –Dijo. Solamente cinco metros, y dejaría de ver esto, me dije -. Tendremos que vernos después.
        -¿El profesor Collins? –La morena frunció el ceño -. Pero me lo he encontrado por los pasillos y ya se iba. ¿Estás seguro? –Él asintió, sereno –Si quieres puedo ir a buscarle en un momento, y me llevas a casa.
        -No, no te molestes, Jessi –En aquel momento, Brooke y yo pasamos por su lado. Dije a adiós a Jessica, únicamente, mientras que mi amiga se despidió colectivamente -. Brooke, espera.
        Mierda, fue lo único que logré pensar.
        -El año pasado te presté unas… -Empezó a decir como si yo no estuviera allí, y aparté mi mirada, resentida.
        En aquel momento, de nuevo el chillido agudo hizo que los tres nos giráramos, sobre saltados.
        -¡Señor Collins! –Gritó Jessica.
        El anciano profesor de música apareció bajando las escaleras. Una sonrisa curva desveló de nuevo inocencia y sus pasos, lentos pero como si siguiera el ritmo de una canción, se acercaron a nosotros.
        -¿Qué ocurre, muchachos? –Su cabello rizado y blanco bailó cuando se giró para observar a Harry -. ¡Vaya, señor Judd, que sorpresa verle aquí!
        -Se… señor Collins –Habló. Pero sus ojos nos examinaron a Jessica y Lily, y a mí y Brooke. Entendimos que quería privacidad.
        -Te espero en el coche, Harry –Dijo Jessica mientras le robaba las llaves del bolsillo del pantalón. Su figura esbelta, seguida de su fiel corderito Lily, abandonaron el edificio brincando.
        -Ya hablaremos en otra ocasión, Harry –Decidió Brooke, y dando media vuelta, nos alejamos de nuevo a la puerta.
        -Espera –Nos paró de pronto el batería, y su voz sonó desesperada. Me giré, al igual que mi amiga, pero mi corazón dio un revuelco cuando vi que sus ojos solamente me observaban a mí. Los apartó rápidamente y se dirigió hacía el profesor de música: -Me alegro de verle, señor.
        El profesor Collins pareció sorprenderse tanto como nosotras, y con un asentimiento de cabeza y una sonrisa divertida, se despidió agradablemente de nosotros.
        Silencio. Un incómodo silencio se formó, yo cabizbaja, intentando disimular mi mirada y pidiendo a gritos irme ya. Brooke, seguramente observándonos a nosotros dos, pues notaba su mirada en mí. Y Harry… ¿cómo lo iba a saber?
        -Espero fuera –Dijo de pronto Brooke. Di un respingo, sorprendida por su respuesta. ¿Qué hacía? Era Harry quién quería hablar con ella. Pero una mirada suya de reojo me advirtió de lo contrario.
        -¿Por qué? –Pensé, pero no lo llegué a pronunciar en voz alta.
Sorprendida y aún sin entender nada, levanté la cabeza y miré a Harry. Este vio alejarse a la rubia, mientras cerraba a medias la gran puerta, hasta que finalmente, sus ojos volvieron a encontrarme.
        -Lo siento –Fue lo primero que dije a la defensiva cuando sus ojos se posaron en mí. Lo pronuncié sin pensar, sin orgullo, simplemente se libró de mi orgullo y lo solté. Harry embozó una sonrisa.
        -Yo también quería pedirte perdón. –Miró a su alrededor, sin nadie, pero de repente, dio media vuelta y se alejó un poco de la puerta. Le seguí sin permiso; hice bien. –Yo… no pude terminar la conversación en casa de Katherine. Supongo que me sorprendí tanto por tu respuesta que…
        -Te enfadaste –Él asintió, y vi el arrepentimiento en sus ojos -. No te preocupes. ¿Qué quieres?
        -No lo sé –Dijo secamente. Sus ojos estaban mirándome, pero aún así, estaban perdidos -. Supongo que no me quedé satisfecho con el pasado, sino que quiero el presente –Sus ojos me volvieron a encontrar, y como agujas, me penetraron -. ¿Qué sientes por mí en estos momentos?
        Harry frunció ceño, preparado por si mi respuesta era un no. Pero de nuevo, me veía incapaz de mentirle. No podía decirle tampoco que sí, no podía por Jessica, por mucha rabia y celos que le tuviese. De modo que, soportando el dolor de mi pecho, dije:
        -¿Qué sientes tú por mí?
Sus ojos me analizaron tenuemente, tal vez temiendo también su respuesta.
        -Te quiero.

jueves, 19 de julio de 2012

100. La no agradable fiesta


Lo sé, lo sé. Sé que hay algunos capítulo irremediablemente aburridos, pero tengo que escribirlos para poner sentido a la historia. Gracias por vuestros votos, así sé una cifra aproximada de la gente que me lee :) Felices fiestas.






Sus ojos no se giraron una última vez para verme. Tal vez fue peor, pues porque de un segundo para otro quería gritarle mis disculpas. Impasible, abrió la puerta y salió hacía la pista de baile.
      Suspiré, arrepentida, y mientras dejaba abandonado a mi vaso, levanté las manos para cubrirme el rostro. «¡Estúpida!» me grité. «¿No tenías claro que aceptabas libremente la relación de Harry con Jessica? Tu acusación no ha demostrado lo mismo» me reprochó mi propia mente.
      Me aparté de la encimera y caminé decisiva hacía fuera. Necesitaba que el aire puro me aliviara mis pulmones, mi interior que ardía aún de rabia y dolor. Atravesé la multitud, con los oídos taponados sin prestar atención al griterío y la música y salí hacía el jardín. La gran mesa enfrente mía estaba llena de invitados, de los cuales reconocí a Holly Dougie que conversaban con un muchacho. Aparté con ligereza la mirada de ellos, e intentando no prestarles atención, caminé hasta el final del jardín, escondida entre las hojas de dos árboles que descansaban allí.
      Me senté sobre el poyo, respirando entre cortadamente y con las lágrimas pidiéndome a gritos aflorar. Miré a mi alrededor, indecisa, temiendo que en cualquier momento alguien apareciera y me rompiera mi burbuja de soledad. Pero, sin soportarlo más, dejé escapar algunas lágrimas que se deslizaron con cuidado por mi mejilla.
      Lo que sentía por Harry no podía disimularlo ni intentar que desapareciera cuanto antes. Si tenía que irse tal sentimiento, lo haría por si solo, pronto o tarde, pero yo no podía forzarlo. Sabía el dolor que sentía cuando le veía junto a Jessica, los celos, el arrepentimiento de no haber dicho lo que tenía que decir antes de irme. Entonces, ¿Harry tiene razón? Tal vez si el día en que me fui le hubiera dicho mi respuesta y expresado mis sentimientos abiertamente ahora yo podría estar con él, felices ambos. ¿Pero de que hubiera servido? ¿De sentirnos impotentes y pasarlo mal durante medio año? No, había querido alejarme de aquel sufrimiento, no por mí, sino por él.
      Levanté la vista, húmeda y cristalina y miré a la puerta por donde se veía a los invitados bailar. Allí estaba, a escasos metros de mí, pero mi corazón lo situaba muy lejos, inalcanzable. Sollocé con dolor y de repente, el corazón me tembló de miedo cuando observé a la figura que se había levantado y caminaba hacía mí.
      Me limpié las lágrimas como pude, el rastro de su desliz por mis mejillas e intenté parecer normal, relajada, a pesar de que mi sollozo aún temblara sobre mi pecho. No dudaba de que mis ojos estaban rojos, y de que Dougie, quien venía, no dudaría en saber que había estado llorando.
      -Eve, ¿qué ocurre? –El bajista se sentó a mi lado, rodeándome de un hombro -. ¿Qué ha pasado?
      -Es que… se me escapó. No quería decirlo –Dije entrecortadamente debido a mi sollozo. Las lágrimas seguían queriendo salir pero sonreí como pude -. Al fin y al cabo él no tiene culpa.
      -Harry –Adivinó Doug, con un suspiro. Sabía exactamente lo que sentía por el batería -. ¿Qué le has dicho?
      -Yo… -Solloce de nuevo, arrepentida -. Que rompió su promesa, pero yo no quería decírselo. Me enrabié, nos habíamos enfadado.
      -¿Por qué?
Y poco a poco le fui contando la pasada escena con cuidado y determinación. Notaba la mirada preocupada de él, atenta a mis palabras, pensativo pero impasible. Y lo primero que hizo cuando acabé mi relato, fue darme un fuerte abrazo.
      -Lo raro es que ese enfado no te hubiera llegado antes. En cierta parte, entiendo a Harry y su necesidad de encontrar a Jessica, pero por otra parte te entiendo a ti. Hombre y mujer somos muy diferentes, en todo, aunque no lo parezca tanto. Ahora mismo, Eve, no podría asegurarte si él siente lo mismo tan fuerte por ti… -Mi corazón tembló, en peligro -. Tal vez si, al fin y al cabo, él estaba muy enamorado de ti. Y otra cosa es el tema de Jessica. Tal vez si no estuviera con ella todo fuera diferente, todo, pero está y habrá que tolerarlo hasta que… ¿se vaya?
      Asentí, con cuidado, y esta vez fui yo la que se lanzó a abrazar a mi mejor amigo. Tenía razón, era mi pensar desde que me enteré de lo de la relación del batería con Jessica, pero tenía que soportarlo. Al fin y al cabo yo ya tuve mi oportunidad y la aplacé hasta que desapareció.
      -No te quedes aquí, vete –Le dije separándome de él -. Holly te estará buscando, no cale hacerla esperar.
      -No te preocupes. Ella sabe de nuestra gran amistad y ha sido ella la que me ha pedido que venga para ayudarte.
      -Vete, Doug. Yo iré a buscar a Alex, seguramente tampoco estará haciendo gran cosa –Me sonreí ruborizada, indefensa y pequeña. Él sabía lo débil que era en realidad, lo sensible y frágil y no lo utilizaba contra mi contra, sino que me ayudaba a ser más fuerte.
      Finalmente, aceptó, y después de otro de sus calurosos abrazó anduvo hasta el reencuentro de Holly. Minutos después, me preparé ante cualquier coincidencia de toparme con el batería una vez entraba, pero suspiré y caminé de nuevo hasta la casa.
      No me hizo falta entrar. Alex ya se encontraba fuera, sentado delante de una pequeña mesa y con la mirada perdida. Cuando me vio, suspiró. Tampoco parecía ser una agradable fiesta para él.
      -Me parece que ambos queremos irnos, ¿me equivoco? –Dijo desde su lugar en Español, fuera de oídos curiosos. Asentí, sonriendo, y me senté junto a él.

miércoles, 18 de julio de 2012

99. Rompiste tu promesa





El cumpleaños de Katherine era tal como me había imaginado. Vivía en una casa espaciosa pero no muy grande. En el salón, junto al los grandes altavoces, un gran y espléndido piano de cola destacaba entre todas las cosas. Muchos cuadros estaban colgados en las paredes verdes chillón, y una gran chimenea de ladrillos daba un toque más altivo a la casa.
        Era poca la gente a la que había invitado. Había amigos, caras conocidas y desconocidos. Pero no superaría los más de treinta o cuarenta invitados, que rondaban de allí para allá, saliendo del salón al jardín y del jardín al salón. La música no estaba ni muy alta ni muy baja. Danny recurrió a subir el volumen en un despiste de la pelirroja, pero pronto esta se dio cuenta y lo volvió a bajar. En su casa había que respetar las reglas de sus padres.
        Mi querida amiga hacía ya sus diez y nueve años. La veía igual que año anterior, tal vez un poco más alta, más formada y con su rostro más alargado, mostrando su madurez, pero seguía igual físicamente y psicológicamente.
        Tal como esperé, ya todos mis amigos deambulaban de allí para allá, con una e incluso dos copas en las manos. Danny se mantenía apegado a Brooke, al igual que Holly a Dougie, Tom a Giovanna, Katherine a Cole… busqué a Jessica con la mirada y la encontré junto al portátil, buscando música mientras movía su cabeza, apreciando la música. Solamente al verla supe que el alcohol ya le había subido a la cabeza. Ladeé la cabeza para buscar a su pareja, quien entraba en aquel momento por la puerta. Nuestra mirada se encontró, deteniéndolo, pero la aparté rápidamente. Una vez más, negué a mi destrozado corazón gritar su nombre plagado de amor.
        Anduve hasta la barra con aflicción, la mirada perdida en mis zapatos y la mente sumergida en un océano sin fondo, plagado de pensamientos y recuerdos que nadaban en él. El dolor de cabeza desapareció, a pesar del griterío y la música, y evoqué todo lo que había vivido desde que me mudé a Harrow. Sonreí, triste y feliz, mientras me servía yo misma vodka sobre mi copa. No me gustaba beber, en absoluto, pero tener aquellos dolorosos pensamientos todos los días a todas horas no iba a ser bueno para mi salud.
        Me giré frente al público, quien bailaba, andaba y salía al exterior. Todos estaban acompañados, excepto yo, quién se mantenía apartada, observando a todos aquellos dichosos felices y preguntándome que, si hubiera actuado de otra forma en el pasado, si ahora aquello sería diferente.              
Localicé el castaño cabello de Logan no muy lejos de mí, quien baila animadamente junto a una chica más bajita que él, de cabello castaño tirando a rubio y de facetas en el rostro que demostraban que aún no había acabado de formarse. Tal vez tuviera quince o diez y seis años, pero a ambos se les veía felices de estar bailando juntos.
        Suspiré, negándome a ver a aquella colecta de seres felices y acompañados y caminé hasta la cocina. Botellas y paquetes de cartón con zumo descansaban en la encimera, inutilizados, junto a trozos de comida mordidos que había sido rechazados por sus dueños. Agarré otro de pizza medio comido y lo observé con melancolía. Hasta aquel trozo de pizza había estado unida a sus compañeras.
        Lo arrojé con exactitud a la basura, casi llena y me recosté en la encima. Bebí forzadamente varios tragos, mientras fruncía el ceño y cerraba los ojos. Sabía como olvidar, sabía cuanto tenía que beber para olvidar por unas horas lo que ocurría a mi alrededor y a mi corazón.
        Unos pasos retumbando como tambores en la sala alentaron a mis oídos, los cuales obligaron a abrir mis ojos con fuerza mientras miraba a la puerta. Me atraganté con la bebida, comenzando a toser mientras notaba que me faltaba el aire.
        -Como sigas bebiendo así acabarás borracha. No pareces muy familiarizada con la bebida.
Le miré con suspicacia mientras bajaba mi vaso. Sus ojos azules, tan conocidos para mí parecían felices, soportando la firmeza de los míos castaños que buscaban una trampa en ellos.
        -¿Qué haces aquí? –Pregunté impasible. Quería apartármelo de la mente, no que viniera más y más.
        -¿No puedo entrar en la cocina? –Carcajeó. Avanzó varios pasos, pero se detuvo, borrando la sonrisa de su rostro -. He venido a verte. Se te veía muy… solitaria.
        -Todos están con sus parejas. No puedo interferir –Rodé los ojos, sarcástica -. Además, no es problema.
        Harry dejó escapar un leve suspiro cargado de remordimientos, y con un suave empujón, cerró la puerta de la cocina, la única que permitía la salida de aquella sala. Bajé de nuevo mi vaso, confusa y mirándolo con advertencia, pero parecía ignorar mis ojos. Se acercó varios pasos, pero justo cuando fui a preguntarle que hacía, se me adelantó:
        -Sigo sintiéndome horriblemente culpable por lo de Jessica… -Su voz sonó débil, sus muecas se aflojaron pero su lento paso no frenó -. Sé que lo entiendes y pareces asimilarlo con tanta libertad, pero no me quedo tranquilo.
        -Si ambas personas se aman, no se puede evitar. Es cosa del destino –Pronuncié con aspereza.
        -¿Crees en el destino? –Su voz sonó divertida, pero su cara no dijo lo mismo.
        -No, sinceramente no. Tu destino lo haces tu en el momento con sus decisiones. No existe la unión de caminos, o por lo menos, no para mí.
Sonrió, sin dar su opinión, y paró a escasos metros de mí. Su mirada parecía perdida, pensativa, y un silencio nos inundó.
        -Intento ignorar este tema, pero tengo demasiada curiosidad –Dijo de pronto, mirándome adusto. Le mantuve la mirada con firmeza, incitándolo a proseguir -. Te… te fuiste sin decir tu respuesta. Te fuiste sin que yo supiera que sentías por mí, y sé que es tarde, pero quiero saber cual hubiera sido tu respuesta, Evelyn.
        -Eve –Le corregí, mirando a la batidora que había cerca de él. Resoplé, reticente, pero con una sonrisa añorada, dije: -. El mismo día en que me fui ya sabía mi contestación. Días anteriores ya sabía lo que sentía por ti, Harry, sabía cual sería mi respuesta. Y no ha cambiado en todo este tiempo –Levanté mi mirada para verle. Sus ojos me miraban, suplicantes de respuesta -. Piensa. En aquella despedida, no te hubiera besado para hacerte daño si mi respuesta hubiera sido que no.
        -¿Entonces…? –Su voz se quebró. Tragó saliva mientras respiraba con falsa tranquilidad -. ¿Era… que sí?
        -Te quería, sí, y lo sabía.
        -¿Me querías? ¿Ya no?
Mantuve mi mirada feroz con él. Estaba haciéndole decir más de lo que quería, desvelar incluso sentimientos que quería negarle. Sí, podría decirle que no le amaba ya, que seguramente sería una mentirosa por venir con esa segura respuesta, ¿pero quién era yo para mentir de que no le amaba?
        No contesté.
        -Te.. ¡tenías que haberme dicho esto aquel día! Llevo seis largos meses esperando oír eso, y justamente ahora…
        -¿De que hubiera servido? ¿De qué estuviéramos ambos, medio año sin vernos, añorándonos y pasándolo mal? Quería que fueras libre de hacer lo que quisieras, sin tener que prometer nada, y lo has hecho. ¿De qué hubiera cambiado, además?
        -No sé Evelyn –Dijo con sarcasmo. Se acercó un poco más a mí, exasperado por la impotencia -. Tal vez tu y yo estaríamos juntos, tal vez por fin podríamos habernos librados de dudas. ¡Tal vez ahora estaría sacándote a bailar!
        -Pero tu me querías, o.. ¿Ya no? –Murmuré enfurecida, con voz impertinente e imitándolo.
En aquel momento, mi corazón volvió a removerse cuando comprobé, que, como si hubiera sido magia, estaba más cerca de lo que creía. No nos rozábamos, nuestros cuerpos estaban separados por aire, pero nuestras caras, incitantes, ardían de rabia.. ¿o impotencia?
        Negó con lentitud la cabeza, mientras se separaba de mi, avanzando de espaldas hacía la puerta. Sus ojos estaban furiosos, dolidos, y no respondió a mi pregunta, como hice yo. Con una última mirada penetrante, giró sobre sus talones y me dio la espalda. Pero antes de llegar a la puerta, antes de abrirla, resentido, exclamé:
        -¿A caso he sido yo la que ha roto su promesa de que siempre te esperaría?
Su figura esbelta se detuvo, rozando la manivela. Su respiración se detuvo, al igual que sus pies, impactados. Con un arrepentimiento, comprendí que me había largado de la lengua.

domingo, 15 de julio de 2012

98.La rubia y la castaña

Siento tardar tanto en subir. Últimamente me entretengo con cualquier cosa, además de que se me empieza a acabar el tiempo para acabar la otra historia. But thanks!




Ver de nuevo el comedor, plagado de alumnos, mesas abarrotadas de gente y la típica cocinera con su maya sujetando su cabello y sirviendo con repugnancia los platos de cada día.
        En aquella sala fue donde Tom me pidió sentarme por primera vez con mis amigos de hoy en día, a pesar de que los chicos ya no estuvieran. Fue dónde conocí a Cole y Logan, donde intercambiamos risas, teorías, comentarios y gritos incluso. Aquel lugar era una sala abarrotada de recuerdos.
        -¿Dónde estará Jessica? –Cuestionó Brooke mientras dejaba su bandeja en la mesa y estiraba su cabeza para observar -. Debería decantarse ya; no da muy buena imagen.
        Fruncí el ceño, confundida y erigiendo mi cabeza para ver por encima de la multitud.
        -¿Qué ocurre?
        -¿Te gustaría tener a dos semejantes a Jessica comiendo con nosotros? –Negué levemente -. Verás, toda pija tiene sus dos chupaculos. Stela y Lily son la morena y la rubia, la tonta y la lista de todas las películas. Y lo peor es que existen, y son incluso más estúpidas que Jessica. Muchas veces ella se va con esas a comer, otras veces se las trae u otras veces viene sola. Aunque por su cara es fácil deducir que le hace tan poca gracia como a nosotras que coma en nuestra mesa.
        -Vaya, ¿tan agradables resultan? –Musité con ironía. Comencé a deshacer el papel plata para mostrar mi bocadillo. Suspiré, mientras fruncía el ceño. En las clases anteriores había comenzado a dolerme la cabeza -. ¿Y qué más da si no viene? ¿No resultaría más…?
        No pude terminar la frase. Tan pronto como hablaba, tres figuras aparecieron recorriendo las mesas del comedor, con su paso firme y elegante, con sus cabellos ondeando en el aire y sus curvas destacando con visualidad.
        Antes de que nadie añadiera un comentario de advertencia, llegaron a nuestra mesa antes de que nos percatáramos. Jessica llevaba aquella mañana su cabello ondulado y pelirrojo caído sobre sus hombros, con una pequeña diadema adornando su cabeza.
        Una chica rubia, de ojos grandes y grises, y bello, cara alargada y puntiaguda y mirada penetrante. Me examinó con curiosidad, seguramente sabiendo que era nueva en la mesa.
        Una chica a la otra punta, de cabello cortísimo y castaño, ojos verdes y pequeños parecía observar la comida de nosotros. La miré con curiosidad, preguntándome quién sería ella de las dos y siendo una constante repugnancia por las tres individuas. Odiaba la gente así, tan superficial.
        -¡Hola chicas! –Gritó con dulzura Jessica, sonriendo como siempre -. ¿Podemos?
        -Claro.
        -Qué bien verte con nosotras, Evelyn –Me dijo mientras se sentaba a mi lado. Mi estómago se crispó de incomodidad -. Mira, te presento a Lily –Señaló a la rubia, quién me dedicó una mirada penetrante acompañada de una suave sonrisa -, y Stela –La castaña me sonrió con alegría, asintiendo mientras sus ojos verdes me saludaban. Cambié de pronto mi opinión hacía ella; no parecía tan desagradable.
        -Encantada, soy Eve –Dije con alegría. Los ojos de las dos nuevas conocida me observaron un poco más, hasta que apartaron sus ojos, y el silencio incómodo reinó en la habitación.
        Supe que no iban a ser un almuerzo y comida muy agradables.



Me tomé tan rápido como pude mi pastilla. Con dificultad, tragué, bebiendo del vaso de agua que descansaba sobre la pila del lavabo. Me miré con firmeza en el espejo, contemplando mi cabello revuelto y las ojeras que había ganado últimamente. Suspiré, decepcionada, mientras me encogía de hombros. Intenté peinarme con las manos el desordenado pelo, pero era inútil.
        -Al menos no tengo la necesidad de gustarle a nadie.
Me sonreí con dificultad, intentando reprimir los dolores de cabeza. Practiqué un poco más mi sonrisa, sin mejorar, y rindiéndome, salí con rapidez del baño. Caminé rápidamente hacía la puerta, la cual estaba abierta. Asomé primero mi cabeza, observando a la espalda que esperaba sentada sobre el escalón. Mi corazón dio un revuelco de nuevo, enamorado aún pero asimilando la idea de que aquella ilusión con la que tanto soñaba no iba a poder ser real. Comprobé que mi hermanastro no estaba allí.
        -¿Tom aún no ha salido? –Pregunté. El rostro de Harry se giró, sobre saltado, y me miró desde abajo. Rápidamente, se levantó del escalón mientras se alisaba su camiseta.
        -Me parece que respecto al tema de arreglarse con más rapidez, siempre he salido ganando yo –Sonrió tenuemente mientas se apoyaba sobre la pared de piedra -. ¿Qué tal están yendo las clases?
        -Cómo siempre; más aburridas, e incluso llego a sentirme incómodas, pero es lo mismo.
        -¿Ya conoces a Stela y Lily? –Asentí -. ¿Y sabes la buena relación qué mantiene Lily con Holly, no? –Preguntó sarcásticamente.
        -Em, no –Tragué saliva, apoyándome sobre el marco de la puerta, lejos de él. Mi corazón pareció pedir a gritos acercarme, pero estaba revelándome a él últimamente -. ¿Qué ocurre?
        -Lily, en pocas palabras, es una zorra. Intentó coquetear con Dougie meses atrás, pero me parece que el amor que siente el pequeño hacía ella es lo suficiente resistible.
        -Oh, vaya –Dije, mordiéndome la lengua. «Es de suponer algo así viniendo de esa clases de amigas» pensé, pero callé. Al fin y al cabo, si lo hubiera dicho en voz alta hubiera insultado a su novia -. Entonces Holly no estará muy de acuerdo en que ella se venga con.. Jessica.
        -Holly se niega a venir si viene ella. Y es normal. Doug, Brooke, Katherine y las demás piensan igual. No soportan a Stela y Lily –Dijo. «Ni a Jessica» volví a pensar, pero callé.
        Sus ojos se despegaron del firme suelo y subieron hasta los míos. De nuevo, volví a notar aquel sentimiento y parte de mi corazón sumergidos en él, incapaces de abandonarle, a pesar de sus resistencias. Le sonreí con inercia, a pesar del intenso dolor de cabeza que me consumía, y para mi sonrisa, él me la correspondió. Faltaron palabras cuando la figura de Tom salió de la casa finalmente.
        -Listo –Agregó, sin percatarse de nosotros. Avanzó con ligereza hasta el coche negro de Harry, y se paró en la puerta del copiloto. Se giró, y fuera del alcance de Harry, sonrió con picardía -. Creo que iré detrás.
        -Oh, no Tom, prefiero ir yo detrás. Ponte tu en el asiento del copiloto, por favor… -Intenté decir, agarrándolo con firmeza, pero se me escurrió -. Tom, sal. Quiero ir detrás.
        -¿Tanto desprecio me tenéis? –Comentó Harry, asomando su cabeza por el techo de su coche -. Vamos Eve, sube. De nuevo llegamos tarde.
        Tragué saliva mientras dedicaba una mirada furtiva a Tom, quien sonreí con total amplitud. Su hoyuelo parecía ser travieso y peligroso incluso, y sus ojos café se posaron en el asiento de delante, cruzando sus manos. Suspiré, encogiéndose mi estómago y empezando a planear modos de pasar indiferente del muchacho que iba a estar a mi lado, del chico que tantos sentimientos despertaba en mí.