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sábado, 28 de julio de 2012

105. Cosquilleo en los pies





No me di cuenta de lo que hice hasta que encontré mis labios presionados sobre mi amigo, Alex. Resistí la tentación de aparte, permaneciendo gracias a mi orgullo. Mi estómago permaneció impasible, sin mariposas, sin hormigas que despertaban. Me confirmé aún más de mis sentimientos. Aquello que sentía cuando besaba a Harry solamente lograba provocármelo él.
      Me separé de él con cuidado. De alguna forma, notaba la mirada de Harry. No me giré por seguir su juego, y mis ojos se encontraron con los verdes de Alex. Sabía de su desconcierto, y también de que aquello no había despertado ninguna sensación en él.
      -Mantente cerca –Le pedí en un susurro dejando descansar mi mano sobre mi hombro.
      -¿Evelyn? –Frunció el ceño -. ¿Qué haces? Justamente te estaba diciendo de que me he enamorado de una chica de España, y va y me besas… -Arqueé las cejas, advirtiéndole de alguna forma que aquello no era nada serio -. ¿A que ha venido eso?
      -Es por Harry –Rechisté cuando vi que sus ojos estuvieron a punto de mirarle -. ¡Para, no le mires! Se había percatado de mi mirada observándole y ha comenzado a besar a Jessica, sabiendo que yo le observaba… ¡Y no son alucinaciones mías!
      -¿Y por eso me has besado?
      -Es un juego de celos, supongo –Me encogí de hombros -. Por favor Alex, ayúdame. Te juro que esto no es nada serio, es simplemente… -Recurrí a la necesidad de contarle lo ocurrido en el pasado -. Harry me confesó el otro día de que aún sentía algo por mí, pero no tuve tiempo para decirle que yo también. Paso de Jessica, paso de las objeciones. ¡Le quiero! Pero justamente cuando hoy iba a decírselo, le encuentro con ella y le besa de forma de reprocha hacía mí. ¡No voy a quedarme tan indefensa ante su ataque!
      -¿Y por qué no vas y…?
      -Orgullo.
      -¿Y ahora qué? –Su entrecejo se frunció. Resultaba un esfuerzo para mí besarle, sabiendo que era mi amigo y que entre nosotros no había nada. Yo no era de esas chicas -. Seguir el juego – Adivinó mientras asentía.
      -Por favor, ayúdame…
Sin decir nada y poniendo los ojos en blanco, se acercó a mi y me volvió a besar. Gracias, pensé. Intenté hacer que el beso pareciera más real, moviéndolo con ritmo, pero allí no había sentimientos. Recé para que Harry no notara la falsedad de aquel beso, y me mantuve aferrada del cuello y hombro a Alex. Él hacía rodeado mi cintura, y en vano también había intentado hacer parecer más real el beso. En vano.
      Los labios suyos se separaron, y ambos aspiramos el aire que nos faltaba. Mantuvo su frente junto a la mía, y noté como sus ojos intentaron observar a través de mi cabello castaño suelto.
      -Se ha separado de Jessica –Susurró -. Parece enfadado.
      -Perfecto –Sonreí victoriosa. Bajé mis brazos de él y los dejé muertos. Él me imitó, con algo de falso cariño y me frotó la mejilla -. No puedo creer que haya hecho esto… ¡Algún día tendrás que recompensarme este favor!
      -Desde luego –Suspiré. No me atreví a girarme, no quería estropear la situación. Si quería hacer parecer esto más real, tenía que fingir -. Creo que me voy a que me de el aire. Supongo que esta noche no conseguí el propósito que quería.
      Alex asintió, y sin cariño y para acabar el favor, me depositó otro suave beso en los labios. Atravesé la muchedumbre y logré llegar hasta la puerta de salida que estaba abierta.
      El jardín se mantenía más brillante que cuando vine. Unas luces descansaban entre la hierba y lo iluminaban de forma resplandeciente. Estaba abandonado, sólo e incluso mágico. El frío aire helaba mi piel, y el olor de lluvia recién caída me trajo el agradable aroma de naturaleza. Respiré profundamente, y cruzándome de brazos, me mantuve cerca de la pared, apegada a las flores y arbustos.
      Pero en mitad de la tranquilidad, con la música de fondo, lejana y casi abandonada que salía de la casa, unos rápidos pasos en el césped me alertaron de la presencia de alguien más. Y supe que venía directos hacía mí. Ya en la esquina de la vaya de madera, apegada a la pared de ladrillos blancos, me giré lo más rápido que pude. Pero en aquel momento, mi corazón grito asustado cuando mi rostro se vio aferrado por unas grandes manos que me detenían. Y en aquel escaso segundo, unos labios me aferraron.
      Creí durante una milésima de segundo que eran los de Alex. Pero unas mariposas despertaron en mi interior y el estómago comenzó a darme cosquilleos. Sin abrir los ojos que se habían cerrado automáticamente, sonreí aún presionada sobre aquellos fríos labios, que, tal como sabía en mi interior, eran los de Harry.

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