No me di cuenta de lo que
hice hasta que encontré mis labios presionados sobre mi amigo, Alex. Resistí la
tentación de aparte, permaneciendo gracias a mi orgullo. Mi estómago permaneció
impasible, sin mariposas, sin hormigas que despertaban. Me confirmé aún más de
mis sentimientos. Aquello que sentía cuando besaba a Harry solamente lograba
provocármelo él.
Me separé de él con cuidado. De alguna
forma, notaba la mirada de Harry. No me giré por seguir su juego, y mis ojos se
encontraron con los verdes de Alex. Sabía de su desconcierto, y también de que
aquello no había despertado ninguna sensación en él.
-Mantente cerca –Le pedí en un susurro
dejando descansar mi mano sobre mi hombro.
-¿Evelyn? –Frunció el ceño -. ¿Qué haces?
Justamente te estaba diciendo de que me he enamorado de una chica de España, y
va y me besas… -Arqueé las cejas, advirtiéndole de alguna forma que aquello no
era nada serio -. ¿A que ha venido eso?
-Es por Harry –Rechisté cuando vi que sus
ojos estuvieron a punto de mirarle -. ¡Para, no le mires! Se había percatado de
mi mirada observándole y ha comenzado a besar a Jessica, sabiendo que yo le
observaba… ¡Y no son alucinaciones mías!
-¿Y por eso me has besado?
-Es un juego de celos, supongo –Me encogí
de hombros -. Por favor Alex, ayúdame. Te juro que esto no es nada serio, es
simplemente… -Recurrí a la necesidad de contarle lo ocurrido en el pasado -.
Harry me confesó el otro día de que aún sentía algo por mí, pero no tuve tiempo
para decirle que yo también. Paso de Jessica, paso de las objeciones. ¡Le
quiero! Pero justamente cuando hoy iba a decírselo, le encuentro con ella y le
besa de forma de reprocha hacía mí. ¡No voy a quedarme tan indefensa ante su
ataque!
-¿Y por qué no vas y…?
-Orgullo.
-¿Y ahora qué? –Su entrecejo se frunció.
Resultaba un esfuerzo para mí besarle, sabiendo que era mi amigo y que entre
nosotros no había nada. Yo no era de esas chicas -. Seguir el juego – Adivinó
mientras asentía.
-Por favor, ayúdame…
Sin
decir nada y poniendo los ojos en blanco, se acercó a mi y me volvió a besar.
Gracias, pensé. Intenté hacer que el beso pareciera más real, moviéndolo con
ritmo, pero allí no había sentimientos. Recé para que Harry no notara la
falsedad de aquel beso, y me mantuve aferrada del cuello y hombro a Alex. Él
hacía rodeado mi cintura, y en vano también había intentado hacer parecer más
real el beso. En vano.
Los labios suyos se separaron, y ambos
aspiramos el aire que nos faltaba. Mantuvo su frente junto a la mía, y noté
como sus ojos intentaron observar a través de mi cabello castaño suelto.
-Se ha separado de Jessica –Susurró -.
Parece enfadado.
-Perfecto –Sonreí victoriosa. Bajé mis
brazos de él y los dejé muertos. Él me imitó, con algo de falso cariño y me
frotó la mejilla -. No puedo creer que haya hecho esto… ¡Algún día tendrás que
recompensarme este favor!
-Desde luego –Suspiré. No me atreví a
girarme, no quería estropear la situación. Si quería hacer parecer esto más
real, tenía que fingir -. Creo que me voy a que me de el aire. Supongo que esta
noche no conseguí el propósito que quería.
Alex asintió, y sin cariño y para acabar
el favor, me depositó otro suave beso en los labios. Atravesé la muchedumbre y
logré llegar hasta la puerta de salida que estaba abierta.
El jardín se mantenía más brillante que cuando
vine. Unas luces descansaban entre la hierba y lo iluminaban de forma
resplandeciente. Estaba abandonado, sólo e incluso mágico. El frío aire helaba
mi piel, y el olor de lluvia recién caída me trajo el agradable aroma de
naturaleza. Respiré profundamente, y cruzándome de brazos, me mantuve cerca de
la pared, apegada a las flores y arbustos.
Pero en mitad de la tranquilidad, con la
música de fondo, lejana y casi abandonada que salía de la casa, unos rápidos
pasos en el césped me alertaron de la presencia de alguien más. Y supe que
venía directos hacía mí. Ya en la esquina de la vaya de madera, apegada a la
pared de ladrillos blancos, me giré lo más rápido que pude. Pero en aquel
momento, mi corazón grito asustado cuando mi rostro se vio aferrado por unas
grandes manos que me detenían. Y en aquel escaso segundo, unos labios me
aferraron.
Creí durante una milésima de segundo que
eran los de Alex. Pero unas mariposas despertaron en mi interior y el estómago
comenzó a darme cosquilleos. Sin abrir los ojos que se habían cerrado
automáticamente, sonreí aún presionada sobre aquellos fríos labios, que, tal
como sabía en mi interior, eran los de Harry.
0 comentarios:
Publicar un comentario