Aquel día fue la primera vez que me percaté de que Tom tenía un mini azul desde que vine. Me senté en el asiento del copiloto. Adoraba aquel coche, y sobre todo el azul, mi color preferido. Gocé de la estancia y confort del asiento, mientras Thomas comenzaba a arrancar el coche, rumbo a Londres.
-Por cierto, he de comentaros algo a todos… -Su voz parecía un poco preocupante.
-Dime.
-Bueno, los chicos estuvimos hablando del trabajo que daba quedar todos los días en un lugar distinto, y la distancia que teníamos que recorrer. Y bueno, existe la posibilidad de que nos mudemos todos juntos en una casa, cerca de la discográfica. –Oí como al acabar la frase, tragó saliva, retumbando entre todo el coche.
-¿Te vas a mudar? –Intenté no creérmelo. -¿Cuándo?
-Aún es simplemente una idea.
-Pero… me quedaría sin verte. –Intenté imaginarme la situación. No, no quería que mi hermanastro se mudara.
-Nos veríamos en las clases, y también te invitaría algún día a venirte con nosotros por Londres. –Me dedicó su hoyuelo, dándome seguridad.
-¿Y Debbie te dejará?
-Recuerda que soy mayor de edad. –Carcajeó. –Además, ahora ya me puedo mudar tranquilo. Antes de que llegaseis vosotros, no me mudaría. No dejaría a mamá y Carrie solas. Ahora con James está bien.
-¿Y que pasa conmigo? Me marginaría en casa.
-Está Carrie.
-Tiene trece años, Tom. –Reí con lógica. –No voy a contarles mis preocupaciones cuando esté mal a tu hermana.
-Si siempre te encierras en tu habitación. –Maniobró. Parecía que ya habíamos llegado. Me fasciné al comprobar lo rápido que había transcurrido el tiempo. –No das señales de vida.
-Da igual, algún día me pasará algo. –Seguía insistiendo.
-Está el móvil.
-¿Y si necesito un abrazo?
-Debbie.
-¡No voy a abrazar a Debbie cuando lloriquee!
-Tienes razón. –Rió comprendiendo lo que había dicho. –Sí es muy grave yo vendré a ayudarte.
-¿Enserio lo harías? –No sabía si lo decía de verdad.
-Pues claro. –Me miró mientras apagaba el motor. –Eres casi como una hermana de sangre para mí, y me tendrás aquí siempre.
Sus palabras me dejaron algo desconcertada. Tom era increíble, una maravillosa persona conforme me había demostrado. Tenía que admitir, y puede sonar un poco cutre, pero me había tocado uno de los mejores hermanastros de toda Inglaterra. Sus fans podían estar orgullosas de él.
-Muchas gracias, Tom. Eres el mejor.
Me sonrió mientras salía del coche. Le seguí, y junto caminamos hasta la puerta de la casa que había delante nuestra. No tardaron en abrir, y un sonriente Harry nos daba paso. Sostenía un cerveza en la mano.
-Enhorabuena, habéis sido los últimos. –Dijo mientras cerraba la puerta tras nosotros, con su típica cordialidad.
Tom y yo seguimos a Harry hasta el salón, donde todo el mundo parecía llevar una conversación bastante animada; Giovanna, Dougie, Danny, Holly y Brooke se sentaban en los sofás que adornaban la sala.
La novia de mi hermanastro cruzó por en medio para llegar hasta su novio. Se tiró a su pecho, de modo de saludo. Harry y yo les dejamos un poco de intimidad.
Saludé a todo el mundo y me senté al lado de Dougie.
Me fijé en la ausencia de una persona, e inevitablemente pregunté en voz alta.
-¿Y Katherine?
-¿Qué mas te da a ti? –Holly me contestó vulgarmente. Me quedé impactada por su reacción.
-Cállate Holly. –Danny pareció molestarle aquello también. –No sé, no ha venido. Se le habrá…
-No, no me callo. –La chica de aspecto indiferente y largo cabello oscuro pareció ofenderse. –Sigo sin entender por que tiene que venir con nosotros. ¿Solo por que sea tu hermanastra? Entonces que, ¿yo también tengo que traer a mi hermano?
-¿Te molesta Evelyn para algo? –Harry salió en mi defensa. Yo simplemente me quedé callada, sin saber que hacer o decir, muerta de la vergüenza e incomodidad.
-No, pero… -Pareció ablandarse un poco más cuando el chico de cresta le habló.
-Pero nada. –Mantuvo su rostro firme. –Deja de molestar un poco a la chica. Tus momentos malos no los tienes que pagar con los demás.
-Si molesto puedo irme… -Hablé con la voz un poco quebrada. Todas las miradas se dirigieron a mi, como balas.
-No te vas a ir. –Danny volvió a comentar. –Como te dije, ignórala. Está un tanto asquerosa últimamente con el mundo.
Holly se levantó del sitio. Caminó hasta la puerta, y allí se volvió a girar. Apretaba los labios, conteniendo tal vez la rabia, pero los ojos le brillaban con la luz de la lámpara. Estaba apunto de llorar.
-Voy fuera al jardín a que me de un poco el aire. –Y dicho esto dejó la sala, con un silencio sepulcral rondando.