Me apoyé un poco más sobre el marco de la puerta, sin apartar todavía los ojos de él. Realmente era hermoso verle cantar, y movía su cabeza, como si rozará la música con su piel, haciendo que su pelo alborotado por la mañana bailara.
Gracias a mi cotidiana suerte, hice un movimiento en seco con los pies, haciendo que tropezaran entre sí y me resbalara. Abrí de golpe la puerta, y caí boca abajo en el suelo, ya perteneciente a la habitación de Tom.
Oí como el chico había dejado de cantar y tocar, y una vergüenza sin límites me recorrió cada parte de mi cuerpo. Cerré los ojos con fuerza, y lo más rápido que pude e intentando aguantar la estabilidad, me volví a poner de pie.
-Lo siento, lo siento mucho. –Me excusé mientras me limpiaba el pijama. –Estaba… oyendo como cantabas.
-No te preocupes. –Rió alegremente mientras dejaba su guitarra de nuevo. -¿Te he despertado?
-Si… bueno, no. –Zarandeé la cabeza, intentado aclararme. –Sí, me has despertado, pero ha merecido la pena. Lo poco que has tocado me ha encantado.
-Gracias. –Volvió a carcajear. –Algún día la escucharás entera.
Silencio.
Le sonreí como despedida, y aún con mi vergüenza, me apresuré a salir de la habitación. Perfecto, Eve, habías hecho el ridículo.
Me encaminé hasta la cocina. No había nadie. Empecé a registrar los armarios, hasta que por fin, encontré un vaso. Luego abrí la nevera, intentando avispar pronto la leche, y no me costó mucho.
Me preparé el desayuno, y me lo tomé tranquilamente. Oí el canto de los pájaros, y un extraño sol se colaba por los cristales de las ventanas, haciendo reflejar una sombra sobre la mesa. Realmente era hermoso.
Puse de nuevo el vaso sobre el fregadero, y me encaminé de nuevo hacía la habitación. Me encerré en ella, y tomándome mi tiempo, me vestí lo más simple que podía. Por último, cogí una de mis coletas desgastadas, y me hice una cola larga, con algunos pelos que otros sueltos.
Salí de nuevo y empecé a buscar por la casa. Descubrí habitaciones que no había visto antes, como la de Carrie, la cual estaba vacía. La sala de estar, otro baño, la habitación de Debbie y también, obviamente, la de James, y lo que más me fascinó; un cuarto repleto de instrumentos.
Me quedé varios minutos anonadada, observándolos, pero decidí conservar mi educación y la privacidad. Cerré la puerta, aún sin tocar nada. Ya tendría alguna ocasión.
Volví a la habitación de Tom, quien estaba mirando unos apuntes de una libreta. Pedí permiso para entrar, y aún recordando mi vergonzoso momento, le dije algo ruborizada.
-¿Dónde están todos?
-Creo que han ido a comprar. Yo he preferido quedarme.
-Oh. –Silencio, pero no iba a quedarme allí callada siempre. –Creo que me voy a dar una vuelta para conocer el pueblo. Si vienen avísales, ¿de acuerdo?
-¿Quieres que te acompañe? –Dejó la libreta. –Aún tardarán, y no tengo nada mejor que hacer.
-Está bien. –Acepté, mientras esperaba a que se levantara.
Esperé a que terminara de acomodarse el pelo, y junto salimos de casa, cerrando la puerta con llave. Empezamos a caminar en silencio por la vereda, mientras me dedicaba a observar la fila de casas blancas y altas y respiraba el aire a naturaleza. En Cambridge era difícil no llegar a aspirar el humo de los coches.
-¿Crees que te gustará Harrow? –Me preguntó Tom, rompiendo el silencio. Sonreía.
-Por ahora me está gustando. Es raro que esté saliendo el sol, ¿no?
-Últimamente estamos teniendo días soleados. –Respiró hondo. –Mi cotidiano gorro de lana lo he dejado por ahora debajo de la almohada.
Reí, y después más silencio.
Tom habia resultado ser una persona tan agradable como su familia, que sin duda, lograba hacerte reír a la mínima. Había tenido suerte. Si iba a estar sola de momento en aquel pueblo y Tom iba a ser mi hermanastro, tenía que entablar amistad con él.
-¿Está tarde volverás a irte con tus amigos del grupo? –Pregunté con curiosidad.
-No, solamente con Danny. –Fruncí el ceño, haciéndole entender que no le conocía. –Es un amigo mio. Me voy a Bolton, a su casa a preparar ambos algunas canciones más.
-Oh. –Volví a mirar al frente, fingiendo una sonrisa. Me hubiera gustado pasar la tarde con él en vez de aburrirme. –Espero que os vaya bien.
-También se quedará a comer en casa hoy, y luego cogeremos las cosas y nos iremos. –Volvió a aparecer su hoyuelo cuando me sonrió. –Te lo presentaré. Te caerá bien.
0 comentarios:
Publicar un comentario